Horcón de Piedra : gran aventura

Visitar esta zona cercana a la Laguna de Aculeo y hacer trekking por casi 12 horas fue un desafío que 45 malayos aceptaron. Siempre me pregunto si algún día se agotará la energía de mi querido club pues a todos los desafíos llega una multitud de entusiastas y buenas personas.

Un despertar muy de amanecida, pues debía estar en mi punto de encuentro a las 6:35 horas. Puntualmente apareció un nuevo malayo y una vieja amistad al mismo tiempo, de hecho nos conocemos del tie,mpo en que trabajábamos en nuestras tesis en la universidad. Cómo pasan los años y podemos reencontrarnos en algo tan disfrutable como un paseo malayo!!.

Llegamos al punto de encuentro general en la carretera y de ahí nos dirigimos hacia Altos de Cantillana, una reserva natural privada, algo novedoso para nuestras habituales salidas.  La fundación a cargo, posee 10 mil hectáreas de esta zona mediterránea con gran biodiversidad y hermosos paisajes.

Bien planificado como siempre por el gran David, tendríamos un paseo en dos etapas, de manera que de acuerdo al estado físico e interés de los participantes se podría llegar hasta las Pozas de Las Canchas, un lugar delicioso para descansar e incluso darse un baño en aguas cristalinas y el resto poder seguir hasta la cumbre del Horcón de Piedra.

Fue una jornada agotadora para quienes seguimos hacia la cumbre, ya que dejando la zona de Las Canchas, el camino se pone muy pesado y son hartos kilometros de subida. No obstante ello, 20 malayos alcanzamos la cumbre y disfrutamos el menú malayo, el rito gozoso de compartir un rico almuerzo en la cumbre.

Luego de un breve descando iniciamos el regreso, lo que normalmente se siente demasiado extenso, demasiado. Sin embargo, la sonrisa y el estado de felicidad no se amilana a pesar del cansancio evidente de todos nosotros.

Lindo paseo y hermoso lugar. Dejo fotos para el recuerdo.

Ascenso al Cerro Manchón : una prueba de resistencia

He subido muchos cerros de nuestra maravillosa cordillera y si algo he aprendido es que cada uno sube su propio desafío, su propio cerro y su propia historia.

El Cerro Manchón es un cerro de mediana altura (algo más de 3.700 metros), pero desde el punto de inicio a la cumbre hay un gran desnivel y es casi seguro que toma cinco horas de subida permanente. El premio, si el clima lo permite, es conseguir una vista privilegiada a muchos cerros del cordón montañoso, incluido el cerro El Plomo.

Partí mi desafío muy temprano ya que a las 6 AM estaba en pié preparando mi mochila y suministros para un largo día de montaña. Un radiotaxi me dejó un poco antes de las 7 Am en el lugar de encuentro, al cual llegaríamos 24 malayos entusiastas. Siguiendo las reglas del Club Malayos, a las 7:10 horas comenzamos el viaje hacia el punto de inicio del sendero que lleva a nuestro objetivo.

Puesto en palabras simples, este es un recorrido permanentemente en subida, no hay zonas planas y tampoco hay senderos relevantes, por lo que el esfuerzo que requiere es importante. Debo reconocer que ya a la mitad del camino, tenía los músculos de las piernas agotados y debí hacer elongaciones en varias oportunidades. A partir de cierto punto, el proceso dejó de ser fuerza física, simplemente se transformó en un desafío para la mente. Efectivamente, no todos pudimos llegar a la cumbre (solo 16), la mayoría un tanto adoloridos pero contentos por el logro, vencerse a uno mismo es muy gratificante y especialmente cuando el premio es un menú malayo.

La naturaleza nos tapó la vista que esperábamos conseguir, ya que mientras ascendíamos un gran bloque de nubes se apoderó de la cumbre y la visibilidad quedó en el mínimo. En cualquier caso, la tabla de quesos, las ricas aceitunas rellenas las finas hierbas y otras con anchoas, los chocolates y otras delicias nos dieron el toque de placer que nos hace disfrutar cada fin de semana en la montaña.

Un caso digno de estudio fue un chico adolescente para quién ésta era su primera salida y que no solo llegó a la cumbre feliz sino que luego bajó después corriendo, estaba maravillado y parecía que no se cansaba nunca. Adivino que engolosinado con el descubrimiento del goce de la montaña usó toda su energía juvenil en disfrutarlo todo sin medida, ya lo veo convertido en un nuevo fanático de la montaña, un nuevo malayo.

De regreso en santiasco, de verdad que estaba muy cansado, pero no lo suficiente como para no disfrutar una rica cena. Tras una prolongada ducha caliente, salí a buscar un sitio en donde darme un gusto. Así encontré abierto el restoran Bavaria, en donde a pesar de su reducida y especializada carta de carnes, encontré algo digno de mi ansiedad por proteínas y sabores.

Partí con una palta cardenal, palta rellena de camarones sobre un rico nido de lechugas tiernas. Luego una escalopa Bavaria, la contundente escalopa rellena de jamón y queso, acompañada de papas fritas y huevo frito. Una bomba que me haría recuperar energías con la compañía sabrosa de un Cabernet Sauvignon Reserva 2009 de Santa Emiliana.

Ya recompuesto y agradado con mi cuerpo, me pedí un café helado para cerrar este día en que enfrenté mis propias limitaciones y mi capacidad de hacerles frente. Dejo de regalo algunas fotos del paseo.

Buen aprendizaje!!

Disfrutando febrero en Santiasco

El día comenzó muy temprano, pues había paseo a la montaña con mis amigos malayos. A las 6:30 horas preparé la mochila con lo necesario, cargué mi cámara fotográfica y estuve justo a tiempo para tomar el radiotaxi que coordiné la noche anterior y que me conduciría al punto de encuentro con el club en el kilómetro cero de farellones.

Veinte y tres malayos acudimos a la cita y fieles a nuestras reglas, esperamos 10 minutos y salimos rumbo a nuestro destino, el cerro Canoitas. Este es un paseo de montaña de baja dificultad y por ello imagino que tuvimos la presencia de varios malayos en su primera salida.

Canoitas es mucho más agradable cuando esta nevado, ya que en verano el calor se hace sentir. No obstante ello, con el habitual entusiasmo y buena onda, fuimos avanzando por los distintos y hermosos paisajes de esta zona. En esta ocasión yo asumí la función de cerrar la columna, es decir, asegurar que todos los malayos avanzaran y no se extraviaran en el ascenso. Este rol no siempre es bienvenido, ya que implica caminar al ritmo del más lento y a practicar tus mejores dotes de coaching, para entusiasmar a los cansados o más lentos a seguir adelante.

A pesar de mi esfuerzo, a la hora de camino, una chica no dió más de agotamiento, unos nuevos remedios que había comenzado a usar, le juegan una mala pasada y la tuve que ubicar en un lugar de buena visibilidad y con acceso a sombra, con la instrucción de esperar nuestro retorno. Marqué su posición en el gps y seguimos con resto del grupo. tras otra hora y fracción, una pareja muy jovencita, también deciden quedarse hasta ahí y esperar nuestro regreso. Pues bien, otra marca en el gps y seguimos hacia la cumbre.

Instalados ya en nuestro destino, nos dedicamos a nuestro mejor rito, esto es, disfrutar el menú malayo. Por tratarse de un paseo corto y con la posibilidad de regresar a buena hora para almorzar en familia, el despliegue de delicias fue mucho menor que en otras ocasiones, pero con la misma generosidad y buen gusto. De hecho, entre otras cosas, accedí a un exquisito sandwich de carne mechada y tomate en pan ciabatta, un notable ejemplo gourmet.

Tras la consabida fotografía de cumbre, pasé el gps a quien iría en punta para que recogieramos a los malayos que dejamos en el camino e iniciamos el regreso. Una bajada muy rápida para llegar al estacionamiento con los 23 malayos contentos de haber disfrutado un día de montaña. Aquí unas fotos del paseo.

De regreso en casa, tras una deliciosa ducha y cerca de las 16:30 horas, decidí salir a buscar un buen restoran para ese tardío almuerzo. Son pocos los lugares que mantienen la cocina abierta a esa hora, por lo que me fui a la segura hacia el Sacsayhuaman, un lugar de sabrosa comida peruana.

Solo quedaba un par de comensales en etapa de sobremesa, así es que me apresuré a ordenar. Partí con un pisco sour peruano para disfrutar un ceviche tropical, corvina trozada, pulpo, calamares y camarones con frutillas, piña y  mango, cebolla morada y unos toques de albahaca. Exquisito y enorme plato.

Para los fondos, me atreví con una corvina con una crema de alcachofas, salteado de champiñones flameados y dos enormes papas duquesa. Agregué de la exigua carta de vinos, una botella de carmenere Casillero del Diablo, que estuvo bastante bien. Un almuerzo tremendo, ricos sabores y muy buena terraza para almorzar.

Regresé a casa justo a tiempo para encontrarme con un pintor amigo, Hijo Ra, un talentoso artista y como muchos, tratando de sobrevivir de su arte. Me llevaba unas pinturas de su nueva serie y algunas anteriores, con lo cual además de una larga y maravillosa conversación sobre arte, poesía, filosofía, crecimiento personal y un largo etcétera, fui eligiendo varias piezas que me maravillaron y que gustoso le compré. Así nos ayudamos mutuamente y pasamos unas gratas horas juntos. ¿cuando habrá en nuestro país más opciones para gente tan talentosa?

Más tarde, aproveché de ver una película y finalmente me quedé dormido con tantos disfrutes.

Glaciar Colgante El Morado : gran paseo post navideño

Aunque es bastante habitual que la mayoría de mis fines de semana salga a la montaña con mi querido club malayo, en pocas ocasiones le dedico una crónica y en esta ocasión me resarciré de parte de la deuda, porque creo que este paseo dominical fue extraordinario y un fiel reflejo del hermoso espíritu que anima a tanta gente a compartir en la montaña.

Un año especialmente intenso en emociones y que afortunadamente termina en las próximas horas, no impidió  las 50 salidas que el club organizó. Este año no solo marcamos más de algún record en asistencia (más de 60 malayos en un trekking y más de 400 inscritos en nuestras bases de datos), sino que nos dimos espacio para ser solidarios con muchos hermanos que sufrieron estragos por el terremoto, también celebramos a lo grande el cumpleaños del club (D.I.M) y disfrutamos cada una de las salidas con nuestro menú malayo, esa deliciosa forma en que festejamos cada cumbre. También este año, inauguramos las salidas para los que se inician en la montaña y especialmente para los niños, una iniciativa notable de Gustavo. En definitiva, este fue un gran año malayo.

El domingo después de Navidad, nos citamos en el habitual punto de encuentro de Av. La Florida a las 7:30 horas, hasta adonde llegaron alrededor de 50 malayos, la mayoría viejos compañeros de aventuras pero también algunos que recién se integran. Por vez primera, nuestro gran David no alcanzó a llegar en los tiempos acordados y a la hora señalada nos fuimos en caravana hacia El Cabrerío, donde finalmente todos reunidos, iniciamos el tramo zigzagueante rumbo al glaciar colgante.

Una ruta de moderada dificultad bajo un sol implacable nos condujo tras algo menos de tres horas a ese maravilloso santuario que es la laguna con el glaciar colgante de fondo. Todavía y a pesar del calor, hay restos importantes de hielo flotando e incluso en tierra firme.

En esta ocasión tuvimos la participación de un ser notable, una chica no vidente que hizo el trekking con tanta habilidad que muy pocos se dieron cuenta de su condición y que cuando se comentó a su llegada arrancó aplausos espontáneos y emocionados de todos nosotros, gran valor!!!. Momentos como ese, nos llenan el corazón de alegría, porque en nuestra visión, la montaña no es sitio de atletas ni de competencias. cada uno de nosotros sube su propia cumbre, un personal y silencioso desafío.

Instalados en las riberas de la laguna, nos dispusimos a la parte más sabrosa de nuestro paseo. Comer y beber cosas ricas que llevamos para compartir. Aunque era imposible que alcanzara para todos, abrí una lata de aceitunas rellenas de anchoas y una botella de un fantástico ensamblaje de Las Casas del Toqui Assemblage 2005 (Valle del Cachapoal) que compartimos golosamente. Mientras tanto, otro malayo sorprendió con un pisco sour casero que celebramos añadiendo hielo del glaciar (milenario), por allá aparecieron versiones de pan de pascua de las más diversas recetas, unas cerezas corazón de paloma, un ceviche de mariscos, más vinos, cervezas, chocolates, café  y una infinidad de exquisiteces que me costaría nombrar.

Como parte del descanso post menú malayo, algunos fuimos a pasear sobre el glaciar y otros se afanaron en practicar complejas posiciones de yoga, para delicia y admiración del resto que simplemente reposaba.

A la hora del retorno, muchos nos dedicamos a tomar fotografías de tanta belleza que encierra el Cajón Las Arenas, las que se sumaron a las que tomamos en el glaciar.

Un gran paseo, un gran año y sobretodo un gran Club!!

Ascenso al cerro Manchón : gran experiencia

Este lindo cerro es quizás el  menos conocido de aquellos que se encuentran en la zona de Yerba Loca. De hecho constituye un punto de observación entre los cajones de Yerba Loca y la Disputada, con una vista en primer plano de los cerros La Paloma y El Plomo.

Originalmente ibamos a ascender el cerro Minillas con los malayos, pero por esas cosas de la vida, terminé acordando una salida distinta con un malayo amigo.

Nos juntamos a las 7:00 AM y partimos rumbo a Farellones, específicamente hasta el estacionamiento de la Mina Disputada, en donde iniciamos el disfrute de montaña alrededor de las 8:15 AM.

Partimos con un día soleado, aunque con una temperatura algo baja. El ascenso se inicia con una gran pendiente, por lo que a los 15 minutos ya nos estabamos desabrigando, pues ya transpirábamos abundantemente. El sendero se pierde rápidamente y hay que guiarse por referencias más globales y algunos hitos que van apareciendo.

Tras un par de horas, las nubes comenzaron a nublar todo. Un fenómeno muy especial, ya que parecían nacer del valle que da hacia la mina y como si fuera broma, las nubes se estacionaron exactamente encima del nuestro destino, el cerro Manchón.

Cinco horas y fracción de paseo para lograr la cumbre y comenzar nuestro pequeño banquete malayo, inscribirnos en la libreta de cumbre y dejar un presente para los próximos visitantes.

El regreso fue la oportunidad de tomar lindas fotos del paisaje de montaña, pues aunque no pudimos disfrutar de la vista de los otros cerros (nuestro objetivo), igual el paisaje es notable.

Muy cansados regresamos a Santiasco, pero profundamente alegres por el logro conseguido.

DIM : 12 años celebrando la montaña

Pensar que un disfrute de fin de semana que hace 12 años iniciaron unos pocos, hoy sea motivo de celebración para alrededor de 80 amantes de la montaña y que la base de datos de nuestro club ya anote más de 400 integrantes, la verdad es que resulta insólito y al mismo tiempo un gran movilizador del entusiasmo y la buena onda que tienen este fantástico Club Malayo. El DIM, Día Internacional Malayo, es una gran fiesta!!.

La diversidad, la tolerancia, la solidaridad y sobretodo las ganas de disfrutar sanamente en nuestra hermosa cordillera, nos reúnen todos los fines de semana. Aunque no siempre suben los mismos, se repiten los valores que nos unen y que permiten que tantas personas distintas podamos disfrutar juntos no solo un buen ascenso a un lindo cerro sino que además ser capaces de compartir con alegría un menú malayo, esa excusa que inventamos para hacer más disfrutable aún cada paseo. Son muchos quienes nos esmeramos en llevar algo rico o distinto en nuestras mochilas para deleite de todos en ese instante maravilloso en que celebramos estar juntos en la montaña.

Me siento orgulloso de ser un malayo y compartir con gente maravillosa cada semana. Al fin y al cabo, no celebramos tanto el llegar a la cumbre sino que mucho más, el estar juntos disfrutando la belleza de la  naturaleza y la humanidad.

Felíz cumpleaños malayos!!!!

Volcanes en Atacama: una experiencia increíble

Como es habitual, planifiqué una experiencia total  para octubre, un mes especial para cumplir los objetivos del año. Con mi gran amigo polaco Zdzislaw nos propusimos ascender volcanes de Atacama por unos cuantos días de vacaciones y comenzamos con meses de anticipación definiendo objetivos y condiciones para cumplir nuestros malayos sueños de cumbres.

Embarcados en un vuelo de LAN, llegamos  a Calama y luego nos trasladamos a San Pedro de Atacama a un Hostal (Casa Adobe) que sería nuestro centro de operaciones. Si bien habiamos planificado el viaje para dos, un afortunado evento nos haría parte de una expedición con una compañía de primera, Krzysztof Wielicki y su compañera (Cathy) serían parte de nuestra aventura (Krzystof  Wielicki vino invitado al programa del festival de montaña BANFF 2010).

Wielicki es una leyenda del montañismo, desde el año 1980 este polaco ha subido en solitario y en invierno las cumbres de los 14 ochomiles del mundo. Un honor mayúsculo que casi nos daba susto y que bien merecería un título de doctor honoris causa del Club Malayos para Krzys.

El primer ejercicio fue el ascenso del volcán Lascar, una experiencia fallida ya que literalmente nos enterramos en la arena con una camioneta que no era 4×4 (aprendizaje: jamás arrendar algo distinto a un 4×4). La señalización  claramente era equívoca y nos internamos en un banco de arenas que nos dejó varados a 4 mil metros.

En definitiva, tuvimos que acampar a 4.100 msnm para finalmente en el frío de la noche admirar la belleza  de un cielo maravilloso. Cocinamos y bebimos un rico vodka con coca cola para pasar el frío e irnos a dormir.

A las 2:30 AM, Wielicki y señora decidieron que era una buena opción para subir el Lascar y nos invitaron al desafío. Pero sabíamos que el desnivel era muy grande y el frío terrible. Tras unas horas ellos volvieron al improvisado campamento y nosotros nos sentimos menos miserables por no haber ido.

Desayunamos abundantemente y aclaramos que la única opción era caminar hacia el pueblo de Talambre en donde quizás podríamos conseguir una camioneta para poder remolcar la nuestra. Efectivamente, por un precio algo excesivo conseguimos una camioneta 4×4, pala y tablas para poder sacar nuestro transporte de la arena. En el intertanto, decidí visitar la quebrada de Talambre, a unos 7 kms de distancia. Con bastante esfuerzo (caminando bajo el implacable sol)  logré alcanzar a un grupo de investigación universitario que me antecedía (un artículo que aparecerá en el perjurio), ellos con preocupaciones científicas y movilizándose en camioneta   y yo solo disfrutando a pié). En definitiva,  pude ver hermosas representaciones de los animales de caza de la época,  muchos vestigios de vida y cultura, Varios kilometros de vivencias, unas increíbles muestras de esos pueblos originarios. Dejé registro fotográfico de esto.

Rescatada nuestra camioneta, volvimos a San Pedro y nos propusimos alcanzar nuestra meta al próximo día.  Efectivamente a las 4 AM partimos los cuatro  hacia el volcán Lascar, casi tres horas de acercamiento hasta la base de esta linda montaña y luego a caminar.   El olor a azufre de las abundantes emanaciones del volcán no fueron impedimento para nuestro periplo, aunque el frío derivado del persistente viento nos obligó a abrigarnos con todo lo que llevábamos. En esta ascención nos dimos cuenta que hay estilos diferenciadores. Wielicki y señora, dejaron todo su equipaje en el cráter y enfrentaron la cumbre sin nada, mientras nosotros seguimos apegados a nuestras mochilas. Ellos llegaron a la cumbre y bajaron de inmediato, una fórmula distinta a los malayos, ya que para nosotros cada cumbre es fuente de disfrutes compartidos, un gran evento malayo.

Volvimos a San Pedro de Atacama, para preparar nuestra siguiente aventura. el ascenso al Sairekabur, un lindo cerro de casi 6 mil metros (en la literatura va de 5970 a 6040 msnm), que más allá de toda consideración nos desafiaba de todas maneras. Para esta ocasión, nos acompañaría solamente  Cathy, compañera de Krzysztof, ya que él predijo que no iría porque debía asegurar su presentación de ese día en Banff, una verdadera admonición como veremos.

El ascenso al Sairekabur fue muy dificultoso por su compleja aproximación de rocas y el viento persistente que nos llevó a temperaturas bajo los 20 grados bajo cero. Una vez alcanzada la cumbre, regresamos a la camioneta que nos esperaba a 5.600 msnm y que como Wielicki intuyó nunca partió.

Tras varias horas de espera,  un amigo de nuestro guía llegó al rescate (con las piernas congeladas) y con ideas absurdas como empujar la camioneta hasta donde había quedado su vehículo (a más de 40 minutos caminando en bajada). En concreto, después de empujar la camioneta por más de 5 km, llegamos a la conclusión que lo único razonable era abandonarla y llegar lo antes posible al vehículo habilitado para bajar de la montaña antes de congelarnos.

Si bien salvamos de buena forma, bajando de la montaña apilados 8 personas en una cabina para 4, es destacable que el buen humor y la buena onda hicieron posible este regreso.

Krzysztof estaba endemoniadamente molesto cuando regresamos, después de todo su mujer estaba desaparecida por muchas horas (todo el día). En fin, llegamos a San Pedro, con la musculatura  adormecida y el alma reconfortada.

Para rematar las últimas horas de estas vacaciones decidimos que a pesar que no podríamos subir el volcán Licancabur, el sueño de mi polaco partner, iríamos a ver el entorno (los imprevistos lamentablemente nos robaron dos días). Así que muy temprano pasamos a Bolivia, a la reserva nacional Eduardo Avaroa con nuestro fotográfico objetivo.

Apenas instalados en el refugio, salimos a pasear. Caminamos por el borde de la laguna blanca, disfrutando la belleza del altiplano y del vuelo esquivo de las aves, para ir aproximándonos a la laguna verde, en sus dos verdes sabores encantando el maravilloso entorno de cerros y perfiles montañosos. Cada pisada crugiente en ese salar fue  un impulso neuronal en mi mente, belleza y silencio que se agradece.

Al regreso en el  refugio, cocinamos una deliciosa cena a la que Don Macario, el gran señor del Licancabur, se sumó gustoso. Terminada la cena, salimos al frío para disfrutar el espectáculo de millones de estrellas en un cielo perfecto, una belleza ininterrumpida por nada, silencio y oscuridad total, maravilloso!!!!!

Al siguiente día iniciamos el regreso con el regocijo marcado en nuestro cuerpo y mente. Unas vacaciones excepcionales!!!!!!

Usando la versatilidad : plan C y siguientes

Me levanté a las 5:30 horas para preparar mi mochila y víveres para una excursión a la zona de Los Andes, la laguna El Copin y el Morro La Cruz. Como es de costumbre, preparé un buen  té con especias y alguna delicia para compartir con mis amigos malayos y me apresuré en llegar al punto de encuentro. De hecho, llegué adelantado y a la hora precisa pasó el buen David por mí.

Mientras nos aproximábamos al lugar, el clima se comenzó a embravar y sospeché que nos haría difícil la jornada. Nos enfilamos hacia Los Andes una veintena de malayos, decididos a vencer la contrariedad de la naturaleza pero en medio del viaje comenzó a llover y la sospecha empezó a ser más cierta.  Sin embargo, dejó de llover y decidimos empinarnos por el camino de tierra, pero pronto fue una espesa neblina y el barro que nos hacía resbalar los vehículos lo que nos convenció definitivamente que este día no iba a tener paseo.

La cordura malaya decidió que era momento de volver, la montaña siempre estará ahí, el momento de escalar no era éste.

Iniciamos el  retorno en donde me preocupé de entusiasmar a mis amigos malayos para pasar por unas empanadas, un buen aperitivo ante de de volver a Santiasco. El aperitivo se transformó deliciosamente no solo en empanadas, sino en unos ricos sandwiches de pernil, palta y mayo, unos panes amasados y algunos regalos para la ciudad. Con la barriga llenita, regresamos  a Santiasco y una vez en mi departamento, decidí prolongar el disfrute con  nuevas opciones.

Una rica y calientita ducha, para ordenar ideas y decidí ir por un buen tour de museos. Partí por el MAC, aunque destruida su fachada, hay acceso por el lado norte y una buena muestra de arte moderno en los dos pisos y subterráneo. Me sorprendió particularmente la performance torturosa de una artista que acepta ser golpeada con un chorro de agua antimotines hasta que el dolor no le permite soportarlo más. Raro!!

Me fui al museo de Bellas Artes, con deliciosas muestras con motivo del bicentenario. Muy recomendable, hay para todos los gustos. Me alegra ver que el MNBA se preocupó de todos los públicos. La muestra incluye aportes de diversos países que quisieron participar con su arte en  la celebración bicentenaria. Buen trabajo!!

Partí hacia el MAVI en donde encontré una muestra de Eugenio Ditborn, inquietante, extremadamente diversa y por cierto disfrutable. Luego me fui a reconocer el nuevo centro cultural Gabriela Mistral, la vieja Unctad III incendiada, para otros el Diego Portales, lo que sea, ahora es un pretencioso centro cultural, que se ve bonito aunque profundamente incompleto. Me parece que se vieron obligados a abrir antes de tiempo. Ya veremos!!

Seguí avanzando y me fui a disfrutar las pinturas de Pepe Moreno en el Centro Cultural Alameda, muy lindo y underground. Totalmente recomendable.

Un gran recorrido, aunque no haya montaña santiasco siempre ofrece opciones!!

Cerro Conchalí : paisajes y entrenamiento físico

Este domingo volví a mis andanzas de madrugada. Un trekking malayo a un cordón montañoso nuevo, en La Dehesa. Se trata de tres cerros de larga aproximación y donde el primero de ellos es el que visitaríamos en esta oportunidad.

A las 7:30 horas en punto en el lugar de encuentro y un rápido periplo hacia el final de la calle La Dehesa. Nos juntamos más de una docena de malayos, dos de ellos nuevos (reclutados por nuestro agente Janito). Una mañana fría aunque el pronóstico era un día soleado.

Comenzamos la trayectoria de aproximación por senderos bastante barrosos y húmedos, una bonita vegetación silvestre y una vista hacia Santiago terrible, la mancha negra del smog es demasiado asquerosa. ¿cómo vivimos allí?

Tras más de tres horas de caminata, nos encontramos con los restos de un accidente aéreo (es increíble que aún estén aquí) y comenzó la nieve y el hielo de los últimos días a hacernos un poco más complejo el ascenso. Fue trabajoso avanzar haciendo escalones en la nieve a golpes de piés, pero hacer escalones es la única forma de avanzar seguros.

Un aspecto curioso de este ascenso es que siendo de una altura menor, habían muchas nubes más abajo y hasta pasó una avioneta que pudimos ver desde arriba. Daba la sensación de estar muy alto.

Llegamos a la cumbre todos, lo cual nos permitió oportunamente disfrutar de nuestro más esperado rito, el menú malayo. Esta vez, aceitunas rellenas de pimentones y otra versión con ajíes. Manís con miel, frutas, sandwiches y galletas varias y por supuesto el café mañanero que nuestro gran David nos prepara para cada paseo.

Abandonamos presurosos la cumbre pues el frío nos ahuyentó y una neblina espesa comenzó a manifestarse. Cerca de las 15 horas ya estabamos de vuelta a los transportes, cansados, con mucho barro en botas y ropa, pero contentos, nos ibamos a casa.

La adrenalina y la serotonina circulando por el cuerpo es un beneficio delicioso de estas aventuras malayas. Vale el esfuerzo!!!