La Mar : una cevichería antigua y famosa

Precedida por la fama del gran artífice de la gastronomía peruana, Gastón Acurio, este lugar sigue atrayendo a mucha gente. En mi caso, me había resistido por largo tiempo ya que en Nueva Costanera encontraba otros sitios que me atraían más. Sin embargo, en esta incursión al barrio me sorprendí con la desaparición del Sukalde (después que migró desde Av. Bilbao hacia Nueva Costanera) que se suma a la pérdida que significó la salida del exquisito restaurante Agua y el Tierra Noble (ahora en nuevo lugar). Caminando unas cuantas cuadras llegué a la inevitable conclusión que era el momento de ingresar a La Mar.

Partí como de costumbre ojeando la carta y refrescando mi garganta con agua mineral. También aprovecho estos momentos iniciales para observar el territorio, calibrar el tipo de comensales y sentir el ritmo del lugar. No tarde en descubrir mucho oficinista alargando su almuerzo de día viernes, madres con hijas adolescentes comiendo liviano, gente haciendo negocios, en fin mucha gente.

En la carta descubrí una buena entrada para calentar motores, se trató de un rollo crocante (panko relleno con camarón, centolla, palta, queso y salsa), un plato magnífico en sabores y contundencia. Para los fondos, que mejor que una merluza alocada que disfruté junto a una fresca botella de pinot noir casas del bosque reserva. Bocado a bocado, pude comprobar que hay una buena cocina en este lugar y que a pesar de los años, mantiene una gran clientela adicta a los sabores peruanos ya la creatividad gastronómica.

Un postre como se merece fue el crocante de maracuyá que  acompañé con un negro café, en señal de despedida.

Le Petit Chateau : rico descubrimiento

En la misma casa de calle Bilbao con Avenida Italia en donde estaba hasta hace poco Sukalde (hoy en Nueva Costanera), me encontré con una grata sorpresa.

En un formato sencillo pero con prestancia, considerando que el lugar es muy pequeño y muchas veces poco visible desde las pistas, este restoran de estilo francés lleva menos de una semana al aire. Necesitaba un nuevo lugar para mis placeres y aquí estaba a la mano.

Pocos contertulios, algo evidente para un sitio en marcha blanca, pero hay una ambientación ecléctica, un restaurant francés, con pinturas muy chilenas en las paredes, con asomos de elegancia en el mobiliario y música variada entre baladas de jazz y disrupciones de rock and roll. Extraña mezcla, pero grata al fin.

Me ubiqué en una mesa que recuerdo con cariño, ya que fue parte de mi vida cuando este lugar era el Sukalde. no alcancé a pedir nada cuando el mozo me sorprende con una copa de espumante de bienvenida. Muy bién, eso me gustó. La carta provisioria es bastante abundante y dificil de leer porque la letra es extremadamente pequeña y a estas alturas la presbicia existe. No obstante ello, pude detectar claramente la entrada que me gustaría probar. Pues bien, un carpaccio de pulpo me apetecía y fue mi elección. Qué gran detalle, la carne de pulpo tibia en ese carpaccio, una delicia!!!

En el intertanto, me llegó un panecillo (trozo de baguette) y una selección de caseras mantequillas con especias. Pude probar mantequilla con merkén, con orégano, con ciboulette y algo más. El regaloneo llegó al éxtasis cuando me llegó un plato de canapés con salmón ahumado y alcaparras, así como camarones con base de mayonesa y verdor. Ciertamente, me estaban seduciendo y estaba exquisito. El detalle mortal fue cuando me ofrecen pimienta fresca y atienden mi petición de no moler sino que cortar la pimienta. Excelente!!!

En la carta encontré varios platos apetitosos, pero me concentré con rapidez en un Pato Olives, una pechuga de pato horneada con aceitunas sevillanas, mantequilla y vino blanco; todo lo cual acompañé con unas papas duquesa cargaditas al queso que fueron disfrutes eternos, además de las verduras salteadas al dente que adornaban esta maravilla.

Me di maña para sortear las carencias en la carta de vinos, ya que mi Marqués de Casa Concha Carmenere se transformó en un Caliterra Tributo  Carmenere, que afortunadamente conocía y venía perfecto a mi plato seductor.

Una cena maravillosa con una atención de primera. Me encanta esta etapa de los restoranes, cuando dedican sus mayores esfuerzos en encantar al cliente para que vuelva y recomiende el lugar. Sin tapujos, el sitio es muy recomendable, fascinante!!!

Al momento de los postres, me dejé entusiasmar con una piña al cognac con salsa de arándanos,  increíble, eso si es un acierto!!!. Solo me quedó espacio para pedir un buen café negro y pagar la cuenta.

Casualmente me convertí en el primer individuo que se chequea en foursquare para este rico lugar, lo que considero un honor, porque seguro que muchos lo van a visitar.

Recordando delicias : cena en Sukalde

Hace hartos  meses que no me aparecía por este exquisito restoran, uno de mis preferidos a la hora de la degustación de cocina de autor.

El lugar con esa ambientación de elegancia sin ostentación  que da el color blanco y la frugalidad de la dcoración, nos recibió cerca de las 22 horas.

Para partir, nos inscribimos con dos tragos de la ingeniosa mente del chef  Palomo, un vodkatini (con tomate y albahaca) y una mandarinoska (vodka y sabores de naranjas), deliciosos!!!

La renovada carta traía una versión genial del menú de degustación que fue irresistible. Seis platos y dos postres además de las copas de vinos para el maridaje sugerido. Llegaron de tres en tres, una esfera de choclo y merkén apanada en cabritas, ostión tempura con papa de apio, un ravioli líquido de mariscos, un asado de tira con puré de callampas secas y trufa, una corvina a la plancha con salsa de aceitunas y tallarín de brócoli y un sutil avant postre con mandarina y mentol.

Los postres, un delicioso conocido, Polvos y una maravillosa tarta de arándanos. Mmmmmhhhh, que rico!!!!!

El Sukalde, sigue sorprendiéndome y mi cuerpo lo agradece.

Sukalde : delicioso placer

Hace varios meses que no volvía a este restorán, uno de mis preferidos. La razón que hace volver una y otra vez, es su excelencia y sobretodo los cambios de temporada en el menú que me siguen encantando.

Llegamos temprano, para partir con unas heladas aguas minerales que limpiaran nuestras bocas y apagaran un poco el maldito calor de Santiasco.

La partida fue con una atención del chef, unos tomates perla, pinchados con un trocito de sandía, aceite de albahaca y una sutil hojita de lo mismo. Fantástico. eso auguraba lo bueno que venía.

Para picotear mientras llegaban los platos principales, pedimos unos ostiones. Llegó un plato blanco en forma de caracol que traía los ostiones en una sopa de choclo con toques de merkén, polvo de cabritas (increíble e inesperado toque) y aceite de chorizo. Un deleite visual y especialmente de sabores exquisitos.

El vino, por cierto, un Pinot Noir (Porta 2006) ideal por su frescura y sutileza para acompañar unos platos notables. Atún de Isla de Pascua a punto, acompañado de couscous a la lavanda, una perfecta mancha en el plato de tinta de calamar (es exquisita), salsa de miel, algo de soya y merkén y el detalle de la espuma de wasabi. El otro plato, comida Thai, Konso (también de Isla de Pascua) finamente dorado, acompañado de puré de manzanas y cilantro, sobre el pescado, fideos de arroz, además salsa de coco, aire de curry y aceite de pimentón. Que más puedo decir, una presentación increíble, verdaderas obras de arte.

El postre, algo imperdible, Vuelta y vuelta, una compota de frutillas sobre una gelatina de albahaca y crema de coco, presentado en un recipiente insólito (deben verlo) y El Perfume, una panacota de Lychee (lichi, un fruto tropical) con salsa de frambuesa, abajo un brownie de chocolate blanco y encima una espuma de agua de rosas. Pueden creerlo!!!!

Maravilloso, es un sitio que pone la cocina al servicio del placer intenso.