Nam Thai cuisine & bar : buen descubrimiento

Recorriendo el barrio Manuel Montt por la zona norte, me encontré con un sitio que calculo no debe llevar más de un año presente y que me resultó atractivo experimentar. Pasé dos veces por su entrada antes de decidir ingresar, pero claramente era la mejor opción esta noche.

Un sitio bien ambientado, con una deliciosa música electrónica y muchos clichés de bar buena onda a pesar de ser un restaurante. Ya instalado, me dejé entusiasmar con la carta, partiendo con los aperitivos que me evocaron sabores deliciosos. Me incliné por un cóctel de manzana y apio picante, que era finalmente pisco macerado en ají, manzana verde y apio. Una delicia repetible muchas veces!!

Divagué por la carta de platos que a pesar de no ser muy extensa me obligaba a pensar en cada sabor para asegurar una buena elección. Finalmente me decidí por un curry del mar, un plato de camarones,  ostiones y cortes de locos en curry amarillo con vegetales y leche de coco acompañados de una porción de arroz jazmín.

Para acompañar mi plato, me quedó muy bien la oferta de vinos por copas, ya que curiosamente ofrecían copas de  pinot noir, algo absolutamente inusual en la mayoría de los restaurantes de Santiasco. Una buena copa que combinó a la perfección con el plato.

Para los postres me dejé tentar con uno que no estaba en carta pero que era un invento del chef y que parecía interesante. Se trató del huevo de nieve, un merengue relleno de helado de guayaba, gratinado con lemon grass, jenjibre y un fondo de chirimoya alegre. Divino!!!!!!!

Para cerrar esta deliciosa incursión, nada mejor que un café negro y muchas ganas de volver.

Nevados de Chillán : fin de semana largo con Los Malayos

Con ansias esperaba este fin de semana largo que regaló octubre para hacer realidad un paseo, que por segunda vez, se organizaba en mi querido Club Los Malayos. El itinerario fijado con bastante anticipación, incluía salir muy temprano el día sábado hacia el sector Las Trancas rumbo a las Termas de Chillán, un verdadero santuario de la naturaleza en donde se ubica el refugio El Aserradero del Club Andino de Concepción.

El vicepresidente del Club Andino de Concepción, Luis «Coco» Hinrichs,  es uno de los fundadores de nuestro Club Los Malayos, un extraordinario amigo, gran cordada y sobretodo un gran malayo. Junto a María Paz Vargas y Rodrigo Tapia, más la indispensable ayuda de internet, dieron vida a este fabuloso paseo que nos regalaría disfrutes maravillosos por tres días.

Tras una semana intensa de trabajo, la noche del viernes hacia la medianoche preparé mi mochila y con unas pocas horas de sueño, salí a las 6:30 horas rumbo al punto de encuentro con quienes haría el viaje. Puntualmente, pasaron por mí y nos dirigimos a buscar al último malayo que viajaría en esta camioneta, el gran David. Pronto ya estaríamos camino hacia la primera parada, una estación de servicio en donde nos esperaba otro vehículo con el cual haríamos caravana hacia el punto de encuentro en la ciudad de Chillán.

Pasamos a desayunar en la carretera y seguimos raudos el viaje, pues teníamos un siguiente punto de encuentro en el estacionamiento de un supermercado en Chillán en donde coordinaríamos los últimos detalles. De los 42 inscritos, finalmente solo hubo 4 que por diversas razones no pudieron asistir.

Realizadas algunas compras, nos dispusimos a ir a almorzar al mercado en multitud. El paso por el mercado fue un verdadero asedio de promotoras de restaurantes que nos asfixiaron, afortunadamente conseguimos un dato de picada en las cercanías y fuimos a dar a un inmenso local, el Restaurante Valdés.  Estaba llenísimo, pero con maña y paciencia, finalmente logramos instalarnos apretados en dos grupos de mesas. Lo increíble es que el mozo atendió a todos en un tiempo inconcebiblemente breve; los platos sencillos, abundantes y bastante sabrosos, lo que sumado al módico precio, nos dejó una grata impresión a todos y una buena propina al mozo.

De ahí salimos a buscar los vehículos y recorrer esos 80 Km. que nos dejarían en el refugio. A nuestra llegada nos encontramos con otros malayos que habían llegado la noche anterior, los cuales ya habían tenido la oportunidad de salir a hacer paseos en los alrededores, especialmente al sector de la cascada y a un hermoso mirador  de la abundante belleza de ese entorno.

Ya instalados en la casa, se empezó a fraguar la idea de aprovechar el quincho para hacer un rico asado de bienvenida. Una rápida colecta y mientras la mayoría disfrutaba de las conversaciones, la calidez del sol y de la amistad enmarcado en un hermoso atardecer, un grupo salió de compras.

Un poco más tarde, la repartición de funciones fue espontánea y mientras un grupo se encargaba del fogón, otro cocinaba una abundante tallarinada y salsas. Poco a poco se hacía de noche y dispuestos alrededor del fuego en donde el «maestro» Luna mostraba su arte parrillero, los malayos más antiguos y más cercanos, me cantaron un cumpleaños feliz que me dejó estupefacto. De alguna forma se habían enterado y habían decidido darme una increíble sorpresa. Por cierto, como es natural en este divertido grupo, repetirían esa noche al menos 6 veces el simpático cántico con el objetivo que yo nunca olvidase la celebración. Son unos locos notables!!!

Tras la cena, la conversación siguió hasta muy tarde en el quincho, entendiendo que la mayoría saldríamos de madrugada a cumplir con los ascensos de montaña programados, la mayoría se fue a dormir. Esa noche una ruidosa discusión de una pareja, despertó a varios y fue motivo de muchas conversaciones y bromas los siguientes días. Solo podría agregar que los temas privados deberían permanecer en dicho ámbito y que afortunadamente la sana actitud de los miembros del club de no entrometerse ni tomar partido, hace que todo vuelva a un curso normal.

Cuatro de la mañana me despiertan creyendo que eran las cinco, ya que los smartphones asumieron recién el horario de verano que por decreto se había adelantado este año. Afortunadamente nos dimos cuenta a tiempo y pudimos dormir una hora más, antes que el grupo de 24 malayos que subiríamos el Nevado de Chillán, tomáramos desayuno y saliéramos rumbo al camino Shangri La en donde comenzaría la caminata en la penumbra del amanecer. El acercamiento lo hacemos bajo un cielo muy despejado y que nos anunciaba que incluso sería un día caluroso. Caminamos primero en medio de bosques de flora nativa, luego por parajes llenos de residuos volcánicos, grandes rocas y brazos de río que cruzamos una y otra vez mientras avanzábamos hacia el lejano volcán. En el camino, fueron quedando algunos malayos, no obstante lo cual, 17 de nosotros logramos hacer la cumbre tras más de ocho horas de ascenso con un clima muy variable que nos azotaba con viento helado, momentos de neblina en que la visibilidad era de menos de 10 metros y una heladísima cumbre. Por ese frío permanecimos en ella solo hasta que llegara la extraordinaria Eliana, la abuela atómica, una mujer de la tercera edad con la energía de una veinteañera y que nos llena de orgullo.

Comenzamos el descenso con un clima que nos ponía a prueba,  a ratos granizos, plumillas de nieve y abundante lluvia, todo lo cual añadió más pasión a esta aventura. Los riachuelos que cruzamos en la subida ahora llevaban más agua y varios sufrieron caídas caminando en rocas mojadas, pero nada amilanó al grupo mientras descendíamos recogiendo a nuestros amigos que nos esperaron para regresar juntos al refugio.

Volvimos comenzada la noche y nos encontramos con el grupo que había ido al otro destino, el cerro Pirigallo. En realidad, terminaron yendo a unas termas pues al encontrar nieve dura y no teniendo todos el equipamiento adecuado, se tomó la decisión de un plan B, pues en el club el nivel de riesgo se evalúa y se toma la mejor decisión para que todos puedan disfrutar la montaña en forma segura. En cualquier caso, pasaron un día genial con muchas divertidas anécdotas que incluyeron el ingreso de algunos a las termas en ropa interior (lo que causó sensación a algunas féminas del lugar) y hasta un divertido «cara-pálida» en camarines que se inmortalizó en una fotografía.

El espíritu malayo volvió a relucir cuando llegamos al refugio y nos tenían preparado un nuevo asado, que esta noche era especialmente bienvenido dado el enorme desgaste de 13 horas del paseo al Nevado. Me sentí especialmente agradado cuando apareció el maestro Luna con un pincho con lomo asado y una lata de cerveza para darme la bienvenida, nada más reconfortante que el cariño de los malayos.

Esa noche, tras las duchas deliciosamente calientes, nos volvimos a reunir un gran grupo en torno al fogón del quincho para conversar, comer y beber los regalos que habitualmente incluimos en nuestros habituales menús malayos. En esta ocasión, de las mochilas de varios de los presentes, salieron deliciosos tintos de reserva que disfrutamos colectivamente mientras contábamos historias y nos reíamos como siempre del ingenio y la alegría que emana del grupo. Nuestro club tiene una impronta del disfrute, cada momento es una oportunidad de saludar la belleza de vivir.

Esa noche nos divertimos hasta muy tarde, aunque mi cansancio me hizo ir al saco de dormir antes que otros y juro que dormí sin sobresaltos hasta las 8:30 de la mañana. Qué delicia de descanso!!

Esta mañana de lunes, un grupo regresó temprano a Santiasco, otro salió a pasear a la cascada y el resto nos quedamos haciendo un largo y conversado desayuno, al que se incorporaban progresivamente los que iban despertando. Poco después, ordenamos nuestras cosas, limpiamos un poco y de tanto en tanto, seguimos riendo profusamente de todas las graciosas anécdotas acumuladas en estos días.

Para el regreso, decidimos avanzar tanto como fuera posible hasta volver a juntarnos en un restaurante de la carretera en donde almorzaríamos 11 malayos en especial despedida de este increíble paseo. Dejé algunas fotografías para el recuerdo.

Me encantan Los Malayos!!!

Cansado, pero cenando rico en Guria

Este es un sitio que nunca me ha decepcionado, no solo es rica la comida sino que te atienden bien, como esperas que se haga cuando vas a cenar afuera.

Comer no solo es un placer que disfruto como pocos, también es una terapia anti stress, un delicado tratamiento que debe ser practicado por especialistas. La Cenatarepia, es una disciplina que pocos restoranes califican y debería haber alguna certificación disponible para poder distinguirlos adecuadamente.

Cansado, muy cansado, llegué a Guría y me instalé en el segundo piso, mi lugar preferido. Pedí un kir royale para comenzar a disfrutar. De la carta me pareció pertinente un sabor potente para partir, así que unos camarones Mar y Tierra venían de maravillas. Un pote de greda muy caliente, conteniendo camarones ecuatorianos salteados en aceite de olivas, champiñones, jamón serrano, ajos malientencionados  y ají cacho de cabra. Una delicia que bien merecía dedicación para devorarla con fruición.

Con lentitud estudiada, me puse a elegir mi plato de fondo y el vino de rigor de las cartas enfrente de mí, el resultado fue unas chuletas de cordero al ajillo, un plato de chuletitas a la  plancha marinadas al ajo, aceite de olivas y  perejil, acompañadas de unas papas bravas, (papas salteadas al merken), todo servido en un plato de fierro fundido extremadamente caliente.

El vino fue otra osadía, ya que encontré en la carta un malbec mendocino, Requinoa Puerto Viejo  reserva del 2006 que, de verdad, cumplió todas mis expectativas, aunque estoy seguro que en algún concurso no sacaría mucho puntaje. Es tan subjetiva la valoración de los vinos que depende de tantos aspectos circunstanciales que no puede hacerse escuela.

Para los postres, requería urgente algo dulce y un buen celestino con manjar y salsa de naranjas venía perfecto y especialmente acompañado de un café negro como a mi me gusta.

Si bien el local estaba lleno, el mozo que normalmente me atiende, me hizo sentir único, algo que se valora mucho ya que no me gusta esperar y los ritmos los evalúo permanentemente. En realidad fueron tres mozos los que me atendieron extraordinariamente, incluso con uno de ellos tuve un diálogo muy divertido, pues mientras yo leía noticias y cuanta cosa me llega a mi Ipad, creía que yo leía un libro y eso fue tema para un buen rato. En realidad, los libros sigo prefiriéndolos de papel (con texturas y olor), y La Economía Azul de Gunter Pauli, va junto a mi ipad para no perder tiempo.

Rica cena, me hubiera gustado disfrutarla con ese amor que nunca olvido y que espero no ver nunca más.

Centre Catalá : delicioso y conversado almuerzo

Un almuerzo para conversar y disfrutar algo rico, requería un lugar especial y que estuviese en las cercanías del lugar de trabajo de una buena y antigua amiga con quien me juntaba hoy.

Tenía en mente tres lugares (plan A, B y C, como corresponde), sin embargo, el plan A fue certero y tras una breve caminata nos encontrábamos en la terraza anterior de este viejo pero estupendo local.

Con esa elegancia tradicional y buena atención, llegaron las cartas y la orden de nuestros aperitivos, kir royales  ricamente preparados. Mientras disfrutábamos el agradable aperitivo, yo aprovechaba de calmar mi hambre con esos pancitos franceses fantásticos y una salsa de mayonesa y ajo exquisita. De paso, nos trajeron unos appetizer de regalo muy especiales, tostadas con aceite de olivas, orégano y un trozo de fino salame español y unos vasitos con un caldo tibio de verduras maravilloso!!

Los fondos no pudieron ser más acertados, un filete de ternera con una salsa de parmesano de queso de cabra y mis canalones de carne con bechamel, exquisitos. El primero ya lo había probado antes y el que elegí esta vez,  fue una sorpresa de sabor de esta tradicional receta catalana. Por supuesto, no podía faltar un buen vino y el elegido fue un Corte de la Hacienda Araucano  Clos de Lolol 2007, un ensamblaje delicioso de Cabernet Franc, Carmenere y Syrah. Mmmhh, que más se puede pedir!!. Ok, un par de ricos cafés negros.

Fantástico almuerzo y mejor conversación.

Cumpleaños en Scena : entretenida cena

Un gran amigo cumple 50 años, si!!, la mitad de un siglo. Qué notable y eso es una excelente excusa para celebrar. Amigo entrañable y de buen gusto, suele organizar sus propios festejos cumpleañeros y quería juntarnos en el Olivié, un restaurant ruso cuya comida le trae ( a mi también) buenos recuerdos. Sin embargo, el cosmos había decidido algo distinto.

Esperamos sentados en el paradero de buses enfrente del restaurant por más de media hora a los otros comensales. El Olivié curiosamente cerrado y mi querido amigo algo incómodo por el trance, pero una animada puesta al día de nuestras vidas, hizo pasar el tiempo de manera vertiginosa. Después de todo, estábamos en el centro de un barrio gastronómico, por lo que opciones sobraban.

Tras completar la puesta al día, sentados en un paradero enfrente del cerrado Olivié, le invité a un lugar apropiado para disfrutar y cumplir con la restricción que suponía su  gastritis oportunista. Mientras caminábamos, Le Vieux Coq y pareja, otros grandes amigos  llegaban a la cita majestuosa.

Todos juntos entonces nos dirigimos al Scena, un sitio muy tranquilo del barrio Italia y que conozco muy bien. Estaba vacío a esa hora y elegí la mesa redonda con el sillón circular más grande que conozco.

La cena comenzó con unas cervezas, agua mineral y en mi caso con un bellini de mango. Pedimos también una tabla de rolls fantástica, una combinación deliciosa de sabores con rolls de palta, sésamo, merkén y hasta con pasta de ají amarillo.

La conversación fecunda no dió tregua, pero nos dimos tiempo para pedir los platos de fondo. Un filete de turbot grillado con un rico risotto de hongos, un medallón de filete en salsa de oporto sobre  papas, champiñones y gratinado de mozarella y el plato más elegido, un atún sellado acompañado con puré de camote. Como cortresponde, pedimos un par de botellas de pinot noir, ambas del valle de Casablanca y a la temperatura perfecta para hacer muy placentera esta cena.

La comida definitivamente deliciosa y agazajados de manera permanente por le bella y bien dotada  mesera. Algunos decidieron agregar postres, pero para mí era suficiente.

Pasada la medianoche, nos fuimos al departamento de Le Vieux Coq para seguir conversando, esta vez en la terraza mientras bebíamos un grandioso café.

Gran cumpleaños, el cual por cierto continuaría,  como es la tradición, en el Cajón del Maipo durante el fin de semana.

Da Noi : tradición y sabores a la italiana

Este restaurant debe tener por lo menos 20 años en este lugar y la verdad es que no solo ha sobrevivido sino que ha consolidado su prestigio de excelentes pastas italianas y una relación de precio calidad fantástica.

Este fue un día que comencé tarde, ya que decidí no ir a la montaña y dormir hasta que se me quitaran las ganas. Eso implicó que desayuné alrededor del mediodía y luego preparé mi mochila y cleta para dar un buen paseo.

Inicié mi periplo tomando la ciclovía de Antonio Varas, luego la de Pedreros con la cual llegué al Parque Bustamante y de ahí, a subir el cerro San Cristóbal por Pio Nono. Llegué a la cumbre bastante transpirado ya que la temperatura ambiente era un horror, claramente más de 30° celsius a la sombra y muchos más fuera de ella. Compré una botella de agua mineral bien helada y gran parte de ella me la vacié en mi cabeza, que rico!!!

Mientras descansaba continé con la entretenida lectura del libro El Gran Diseño de Stephen Hawking, uno de los libros de física más divertidos que he leído. La posibilidad de una teoría única que explique todo, es un desafío notable.

La bajada del cerro es un placer que solo conocen quienes lo hacen, el placer vertiginoso de bajar a todo dar. Hoy alcancé 54.4 Km/h, algo exquisito!!

Ya en la ciudad, me dirigí hacia el sector de Plaza Ñuñoa, pero no había nada que me llamara la atención, exploré calles hacia Plaza Egaña y finalmente me devolví por el sector de José Domingo Cañas. Calles solitarias y el sempiterno calor de este asoleado día.

Finalmente, llegué al barrio Italia y de pronto el Da Noi, el único restaurant atendiendo pasadas las 16 horas. No lo dudé, estacioné mi cleta y me dirigí al patio del local, una terraza interior deliciosa, con una pileta de agua y la agradecida sombra de los paraguas.

Pedí una botella de agua mineral helada y una provoleta para comenzar. Mientras tanto llegó la cesta de panes calientitos y la tradicional salsa de tomates y carne para untar. Deliciosa forma de prepararme para disfrutar un buen plato. Espolvoreé pimienta fresca sobre la provoleta para incrementar sus sabores y la disfruté hasta que llegó mi plato, un agnolotti de atún, cebollín y ricota cubierto con una salsa rosa (tomate y crema) que fue una delicia mientras bebía una botella de merlot gran reserva Santa Helena, de los pocos vinos que quedaban en el local (me pidieron disculpas por estar un tanto empobrecidos en la oferta de vinos).

Excelente atención, a pesar de la hora, pues hasta  pude disfrutar una copa lombarda, helado de limón al agua con licor de menta y un rico café de cierre.

Da Noi, un gran lugar!!!

Liguria : siempre disponible

Una larga mañana de trabajo con mi gran equipo de proyectos especiales y que se extendió entretenidamente hasta media tarde, se tradujo en que dos de nosotros llegamos a almorzar casi a las 17 horas a uno de los pocos lugares que nunca cierra su sabrosa cocina. Por supuesto que me refiero al Liguria de Manuel Montt.

Instalados en una de las mesas al exterior del local, nos preparamos a disfrutar un buen almuerzo mientras una creciente brisa nos liberaba del calor de la mañana. Partimos con unos kir royale y habida cuenta del hambre y la hora, pedimos una plancha de queso de cabra fundido con rúcula, una contundente y sabrosa entrada para compartir, mientras decidíamos que almorzar.

La selección de un buen plato de fondo nuevamente favoreció a esa mechada extraordinaria con spaghetti y ricota, que con seguridad debe ser el plato que más veces he probado en este sitio. Delicioso!!

Acompañamos el placer gastronómico con una botella del genial ensamblaje Botalcura El Delirio, un reserva de los mejores e ideal para este plato. Fantástica y probadísima combinación.

Para los postres, considerando la hora y la animada conversación, decidimos cambiarlos por un buen ron. Gran idea!!

Cenando en Machu Pichu : rica comida peruana

Hambriento como casi siempre estoy, me fui a cenar a un sitio habitual de mis salidas urgentes. Me refiero a Machu Pichu, un restoran peruano de los que abundan en el barrio Manuel  Montt y que tienen suficiente cuento como para ser notables.

Como ya es habitual partí con mi agua mineral para lavar las tripas y prepararme conscientemente a disfrutar algo rico. Lo primero que vino a mi mente cuando tomé la carta del lugar fue una causa limeña, la que más me gusta es la causa de atún y no demoré un segundo en pedirla como entrada mientras decidía el resto. Un plato potente y especialmente delicioso no solo en sabores sino que en presentación, soy definitivamente  impresionable con los colores, aromas y formas que una buena factura puede hacer de un plato. Exquisito!!!

En la carta, descubrí un plato que no había probado, se trató de la corvina al shiwanco, en definitiva, trozos de corvina al horno cubiertas con una salsa de tamarindo, cebollín, pimentón, champignones y apio maravillosa. cada bocado fue una delicia repetible. Acompañé esta exquisitez con una delicada botella de pinot noir Viña Mar 2009, que estaba excelente en aromas, sabor y temperatura.

Gran cena y cada vez mejor lugar!!

Le Bistrot : cumpleaños con mucho estilo

Debe ser una práctica universal y multiespecie el disfrutar una y otra vez algo que nos es delicioso. En este caso, comer comida exquisita, en una rica terraza, muy bien atendida y resguardada del molesto ruido ambiente de Santiasco.

Le Bistrot nació hace muy poco tiempo (ver) con un local pequeñito y ahora ya tiene interesantes proporciones ya que se ha ampliado casi al doble. Mejor aún, el lugar se repleta y si no hubiese reservado (por suerte tengo ese buen hábito), habría que haber esperado por una mesa.

La carta con una diversidad de platos franceses (no todos), demasiado apetitosa. Bueno para partir,una deliciosa Terrine de foie gras maison, compotée d’oignons au vin rouge et toasts (que lindo suena). Nada más rico que untar una tostada con esa paté y poner unos hilillos de cebolla al vino tinto encima, un verdadero manjar que compartimos con gran placer, mientras bebía un suave kir royale.

Para los fondos, claramente la opción iba por las carnes. Para la cumpleañera, un enorme Entrecôte poivre noir, es decir, un rico trozo de lomo vetado con salsa de pimienta. Para mí, un Filet de boeuf sauce roquefort, o sea, un rico filete de vacuno con salsa roquefort. Ambos acompañamos con Pommes de terres confites et champignons (de verdad que me gusta como suena el francés). Esas papas confitadas mezcladas con champiñones estaban divinas. El vino, toda una sorpresa, pues aunque la carta era abundante en ricos exponentes del buen vino chileno, había la opción de un vino especial, algo que me interesó de inmediato. Se trataba de un reserva de carignan (una cepa que cada vez me gusta más) de una desconocida viña en la zona de Lolol y que había sacado una pequeña partida de este vino, con el nombre Villalobos. Fantástico, llegó bastante frío como claramente habría que tomarlo, pues este delgado vino de origen artesanal trajo a mi mente un increíble pinot noir, con un aroma endemoniadamente rico. Gran acierto, el vino era perfecto para nuestros platos.

No hubo tiempo para postres así que decidimos beber un buen café negro y concluir el festejo, retornando a la realidad.

Le Bistrot, una maravilla de lugar!!!

S.J. Quinteto : gran sesión de jazz

Unas semanas muy cargadas de temas y compromisos me habían impedido asistir a mis disfrutables y nocturnas sesiones de jazz. Sin embargo, ya era hora de volver.

Instalado en mi mesa favorita de Thelonious, recibí la nueva carta del lugar y mientras la revisaba, apareció Erwin quien me hizo recordar que esta nueva carta se había incubado en una grata conversación que sostuvimos hace un par de meses en la puerta de entrada de Thelonious. Linda carta, mejor estructurada y más completa (ahora con vinos!!). Además presenta como portada una de las carátulas de discos que más me gusta, me refiero a un notable disco del gran Thelonious Monk.

La sesión de hoy me traía de vuelta al buen trabajo que viene haciendo Sebastián Jordán en quinteto (acompañado con Agustín Moya en saxo, Eduardo peña en contrabajo, Lautaro Quevedo en piano y el gran Félix Lecaros en la batería)

Dos largos sets con un repaso exquisito de temas del disco Afluencia que ganara este año el premio Altazor. Gran ejecución,  con un desempeño extraordinario de estos increíbles músicos.

Como siempre o casi siempre, una noche de grandes disfrutes musicales, comiendo y bebiendo mis selecciones permanentes de la carta. Bravo Erwin, gran lugar!!