La Terraza de Matilde : nuevo disfrute

Hacia octubre 2014 divisé el movimiento en las alturas de un pequeño edificio de 6 pisos en la esquina de Chucre Manzur y Antonia Lope de Bello, pero no fue hasta hoy que decidí hacer una incursión en su territorio. Una hermosa chica sentada junto a un ascensor es la puerta de entrada al lugar. Chequea por radio si existe espacio para mi visita y pronto me encuentro ascendiendo en un ascensor vidriado que me da una linda vista sobre Bellavista.

Si bien el restaurante pretende ocupar los pisos 5 y 6 del edificio, todavía opera en la linda terraza que evidentemente proporciona la mejor vista al Cerro San Cristóbal y a los techos de tanta enorme casona que llena el espacio del viejo barrio devenido en restaurantes, hoteles boutique y cuanto antro pub puede uno imaginar. Es evidente que mi habitualidad en el sector tiene mucho que ver con esta impronta disfrutable que emana el barrio.

Hacia el norte, la terraza permite visualizar la zona del zoológico y sus accesos, hacia el oriente los enormes edificios de sanhattan y hacia el sur los techos de innumerables locales que alguna vez fueron casas de barrio.

Llega a mi mesa una chica rubia con unos ojos verdosos impresionantemente hermosos para ofrecerme las cartas de comer y beber. Parto por pedir un espumante al verde, basado en espumante Ricadonna Brut, con jenjibre y limón de pica. Un certero preámbulo para poder elegir un plato de almuerzo y alguna buena cepa de vino.

Una carta diversa pero acotada, de donde elegí una mechada con puré rústico al merken, algo que suponía iba a ser pertinente para el hambre disponible. Cabe destacar que en el intertanto llegaron dos piezas de pan caliente con salsas de untar muy peruanas, lo que me apaciguó deliciosamente el ansia inicial.

El plato que elegí estaba abundante y delicioso pues además lo acompañé con el mejor vino de la carta, un ensamblaje de Malbec, Syrah y Cabernet Sauvignon, Tamaya del valle del Limarí, una delicia imperdible.

Un almuerzo tranquilo, animado por una buena música house, una brisa delicada y la tranquilidad que solo la altura imprime a los paisajes. Para los postres, un pie de maracuyá con el café negro de rigor dieron término formidable a esta filetaria incursión.

 

4 días y 3 noches en Buenos Aires

Cuando pienso en esta ciudad, lo primero que veo en mi mente es hermosa arquitectura, teatro y buena comida. Esos son los ingrediente perfectos para arrancarse unos días, aunque sean pocos, a caminar por el lindo Buenos Aires.

Llegamos un jueves al mediodía para encontrar una excelente habitación en el hotel NH 9 de julio, francamente nos sorprendió la calidad y buen diseño. Algo hambrientos salimos a caminar hacia Puerto Madero para saciar con creces el apetito y la expectación por volver a sentir el sabor de la comida en el restaurante La Cabaña. Partimos con los appetizers de la casa mientras llegaba nuestra provoleta asada para compartir. La provoleta además de sabrosa nos permitía amenizar la espera que supone la preparación de nuestras pamplonas de lomo. Delicias que acompañaríamos con una abundante porción de papines al chimichurri y un rico Malbec Premium. Tras este festín inicial de nuestro viaje, solo pudimos con un café.

Nuevamente en la calle, fuimos caminando hacia BuqueBus para comprar tickets para viajar en barco por el Río de la Plata hacia Colonia de Sacramento en Uruguay. Este sería el día siguiente el bonus track de esta incursión vacacional.

Animados por el buen clima y el rico almuerzo, caminamos ahora por Avenida Corrientes para adquirir las entradas al teatro en el Paseo La Plaza. La obra que elegimos fue ¿Quién es el Señor Schmidt? con la actuación increíble de Gabriel Goity. Es una obra genial y a ratos defintivamente hilarante y loca. De hecho, cuando pudimos conversarlo, concordamos que bien podría ser lo que le ocurre a un esquizofrénico, un ser dividido entre quién cree ser y quien es. Un buen final para el primer día.

Día 2, muy temprano al embarcadero en Puerto Madero para abordar el buque Francisco tras los trámites de migración y aduana. Quedamos absolutamente sorprendidos por la envergadura del barco. En mi mente pensé varias veces, si es solo un río cómo puede ser? (Wikipedia me aclaró que es el río más ancho del mundo).

Instalados en Colonia, iniciamos un rico paseo por el casco histórico, calles empedradas, ruinas de antiguas fortificaciones y casa antiquísimas de portugueses y españoles, que se turnaron en el poder por un siglo. Visitamos algunos pequeños museos, tomamos fotografías de antiguos vehículos estacionados por doquier para finalmente elegir un lugar enfrente del río para almorzar. En El Torreón, iniciamos con una gaseosa y por mi parte una cerveza local Patricia (raro nombre para una cerveza). De la carta, no resistí la tentación de volver a probar un auténtico chivito al plato, mientras mi partner pidió un vacío (un corte argentino fantástico) con una ensalada mixta. Obviamente era intransable no probar una botella de tannat y la elegida fue Don Pascual 2013 crianza en roble. Cerramos con flan y buen café negro.

Posteriormente, solo quedaba el retorno a Argentina ya que esa noche teníamos tickets para otra obra en el Paseo de la Plaza. Se trataba de El viento en un violín, una pieza  de la misma compañía que hizo La omisión de la familia Coleman y que vimos en anterior escapada. Son los mismos actores aunque en papeles completamente distintos, lo cual pone de manifiesto sus talentos. En este caso la historia, dramática y feroz, trata de la historia de una pareja de mujeres que quieren tener un hijo y toda la complejidad que supone eso en sus cercanos. Extraordinaria obra del sorprendente Claudio Tolcachir quién nuevamente dirige y además es el autor del guión.

Salimos del teatro bastante tarde, pero con ganas de cenar. Fuimos entonces al Pippo, un clásico de la ciudad que está en las cercanías del Paseo La Plaza. Para cada cual, una rica milanesa con jamón y queso acompañada de una tortilla de papas compartida. agregamos una botella de ensamblaje syrah y malbec y por supuesto un cierre de café. Buen lugar, totalmente recomendable!!.

Día tres, el paseo por la ciudad en búsqueda de libros y música, algo imperdible si se está en Buenos Aires. Recorrimos todas las tiendas entre 9 de julio y Callao, para luego ir hacia la grandiosa librería El Ateneo, no solo bella sino que completísima. Cuando logramos salir de ese lugar, el hambre nos torturaba y qué mejor, cruzamos la calle Santa Fe para ingresar a otro famoso lugar, La Farola. Aquí decidimos ir por pizzas, imperdibles en esta ciudad. Las elegidas, una pizza prosciutto y una napolitana completa, acompañadas de cerveza y gaseosa. Por mi parte, siguiendo la tradición, me serví un café madrileño (café, licor y crema). Otro lugar para incluir en la lista de imperdibles.

Ya en nuestra última noche, no fuimos al teatro El Picadero para ver El Loco y la Camisa. Confieso que no tenía ninguna expectativa, salvo el conocer el lugar como referente de teatro independiente. Fue un acierto, la obra es potente no solo por su violencia sino por el personaje del loco, el karma de una familia disfuncional porque les delata permanentemente con su absoluta sinceridad. Muy buena!!

Día 4, el día del retorno. Solo decir que el tiempo transcurre muy rápido cuando se pasa tan bien.

Le Bistrot : rico como siempre

Hace un año que hice un relato de mis visitas a este restaurante y tengo la sensación que solo fue ayer. Había salido sin rumbo desde mi hogar solo con la idea de almorzar algo rico en un sitio tranquilo. La caminata me llevó de mágica forma hacia este boulevard en Providencia en donde siempre encuentro opciones incluso en días festivos. Ubicado enfrente del Rivoli, de la sanguchería La Superior y el Baco, Le Bistrot sigue siendo una gran opción, no solo por su exquisita gastronomía francesa sino también por el impecable servicio que valoro de sobremanera.

Inicié con una fresca botella de agua mineral mientras llegaba mi ansiada sopa de cebollas gratinada. Seguí con un filete de merluza austral con una cremosa y sabrosa salsa que acompañé con una botella de pinot noir del valle de casablanca. Una delicia que disfruté por largo rato mientras leía un nuevo libro que me acompaña estos días.

Para el cierre, por supuesto acudí al indispensable café negro. Qué rico es Le Bistrot!!

Castillo Forestal : una delicia en el Parque

Esperé muchos meses para que naciera este restaurante ubicado frente al Museo de Bellas Artes y ocupando ese viejo castillo que siempre me llamó la atención. Pues bien, ya es un hecho y a principios de abril estuve en la terraza superior del lugar bebiendo un exquisito jugo y un trozo de pastel mientras disfrutaba la vista del Parque.

Esta semana, tras un exquisito tour de museos con mi partner, la invité  a disfrutar el lugar. Tamaña fue la sorpresa al ver que estaba llenísimo, tanto que debimos esperar por una mesa. Veo que ya fue descubierto por muchas personas aunque especialmente extranjeros que seguramente se pasan la voz.

No debimos esperar tanto y ya ubicados en un mesa al exterior, decidimos refrescarnos tras nuestro periplo cultural. Era algo temprano para almorzar, más aún porque teníamos panoramas distintos cada uno, por lo tanto, partimos con unos extraordinarios jugos de naranja (sin azúcar) que nos repuso rápidamente de nuestra caminata. Luego enfrentamos el dilema si adelantar parte del almuerzo o quizás, comer el postre como graciosamente concordamos. Pedimos unas copas de helados impresionantes no solo por su forma sino por el tamaño y sabor. Cuánto me gusta el helado de chocolate araucano y los trozos de frutillas que lo adornan!!

Es una promesa, volveremos por un almuerzo completo en los próximos días.

 

Peumayen : un año después

Me agrada recibir comentarios acerca de restaurantes que tengo la fortuna de conocer y más aún cuando mis amigos lo hacen convencidos de haber hallado algo extraordinario. Este es el caso del exquisito Peumayén, restaurante de cocina ancestral ubicado en Bellavista.

Efectivamente hace casi un año que no regresaba a este lugar, ya que mi mayor placer es descubrir nuevos sitios. Sin embargo, los recuerdos de disfrutes siempre me hacen volver.

Una copa de espumante y agua mineral que generalmente prefiere mi partner fue el primer encargo de esta noche. La singular panera que para la mayoría se convierte en un vicio, pues es muy difícil evitar comerla entera (imaginen que así fuese en cualquier restaurante), literalmente es una degustación de panes o sustitutos de éstos ordenados de norte a sur de Chile.

Compleja la selección de fondos ya que todos evocan sabores especiales, pero hay que elegir y en esta ocasión, una merluza austral y un plato de róbalo fantásticos que acompañamos con una botella de pinot noir.

Para los postres, nada mejor que una degustación con la variedad de versiones gourmet de esos postres clásicos y de distintas culturas de nuestro país. Placer sobre placer, solo quedaba beber nuestro café negro prensado para completar esta deliciosa experiencia.

Normandie : un buen lugar para disfrutar

Es increíble como pasa el tiempo y cambia el mundo, cambia todo pero aún hay sitios que permanecen y de vez en cuando me animo a revisitar. Tras asistir a un espectáculo en la vecindad, decidimos cenar en el Normandie.

Iniciamos el disfrute con agua mineral gasificada para mi partner y un exquisito kir royale para mis antojos, mientras saboreábamos un magnífico carpaccio de salmón ahumado. Tomando en cuenta el frío de esta noche, dimos la bienvenida a la sopa de cebollas que en este sitio preparan de forma maravillosa.

Para los fondos, un tournedos con papas risti y una trucha rellena que acompañamos con una buena botella de malbec J. Bouchon. Una cena deliciosa que nos permitió una entretenida conversación hasta llegar a los cafés de cierre de la jornada de disfrutes.

Con lugares como éste, dan ganas de volver!!

Nueva cena en Nolita Lastarria : impecable experiencia

Salir a cenar en un buen lugar sigue siendo uno de mis placeres irrenunciables al menos 2 veces por semana. Sin embargo, debo confesar que en este periodo ha sido mucho más frecuente visitando varias veces el rico Olan, La Bifería, El Ancla y el Zocca. Bueno, esta noche los pasos fueron directo al Nolita, un lugar del cual solo tengo sabrosos recuerdos.

Llegamos bastante tarde tras una noche de buen teatro, lo cual nos beneficia con mayor disponibilidad de mesas. Una ágil maniobra del mozo y ya estábamos sentados y con la carta en las manos. Partimos con una entrada compartida de salmón ahumado relleno de ricota, mientras un agua mineral apoyaba a mi partner yo disfrutaba una fresca copa de espumante.

La temperatura muy agradable a pesar del frío que existía en el exterior, nos permitió una agradable conversación en la tranquilidad que se respira en este lugar. Seleccionamos nuestros fondos saboreando mentalmente como sería la grilla de pescados y mariscos que decidimos compartir acompañados de una fresca botella de pinot noir William Cole. Una sorpresa deliciosa de sabor y calidez que disfrutamos lentamente.

Para los postres, exigí esa maravilla que es el ciocolatino, mi postre favorito desde hace un buen rato y que a mi partner fascinó. Del éxtasis dulce pasamos al buen café negro, rito que cierra esta experiencia.

 

Valle del Elqui : un paseo notable

Un delicioso grupo de amigos que nació al alero de mi querido Club Malayo, cada cierto tiempo es el epicentro de disfrutables paseos con trekking y montaña por diversos lugares de Chile. En esta ocasión me avisaron con suficiente tiempo como para poder planificar algo y sumarme a la aventura.

Quedamos de juntarnos en Plaza Italia con mi gran amigo León, quién viajaba sin su Chinita y en consecuencia conformamos una cordada que sumaríamos a nuestros amigos Nilda y Roberto, la Rubia Soldavini y su hermano y Ale Gallo y su pareja. Un grupo dedicado a pasarlo bien en todo momento y que hace que estos paseos sean inolvidables. Una larga jornada en la camioneta de León para llegar al Valle del Elqui, destino que además de su aura mística tiene buenos cerros para subir. En el camino tras un infructuoso intento de llegar al lugar de alojamiento, decidimos ir a comer a una picada en donde una buena sopa y un plato de carne y arroz apaciguaron el hambre acumulada en las horas de tránsito.

Una vez que coincidimos vía telefónica logramos coordinación para llegar al lugar que Ale había reservado, nos encontramos todos en un maravilloso oasis pleno de naturaleza bajo la belleza sorprendente del cielo del valle. Nos instalamos en la cabañas, por cierto muy bien equipadas, y comenzamos a planificar la cena y la salida madrugadora hacia el cerro Porongo.

Creo que sobra decir la cantidad de exquisiteces que disfrutamos este atardecer mientras la noche pugnaba por asomar entre las nubes hasta que logro despejar y mostrar esa impresionante belleza que hace del Elqui el mejor lugar para divisar estrellas. Algo atolondrados por tantos placeres comestibles y bebestibles, fuimos hacia la oscuridad del camino para mirar con unos tremendos binoculares las más hermosas formaciones celestiales que pueden verse sin equipamiento profesional. Nebulosas, galaxias y cúmulos de estrellas maravillosos que disfrutamos por el tiempo que nuestro cuello resistió la pose. Es sorprendente el cielo del Elqui, un espectáculo que no he podido repetir en ningún otro lugar.

Si bien antes de la cena habíamos hecho una incursión para detectar el sendero que en la mañana nos conduciría al Porongo, la verdad es que no logramos dar con él y esta temprana mañana, tras desayunar, nos incursionamos con toda la incerteza y la curiosidad que era posible. Caminamos a través del pueblo y nos metimos al cerro por donde parecía mejor ruta. Afortunadamente, íbamos bien encaminados y el ascenso nos obligó a un buen ritmo mientras observábamos la huella de los mineros en el cerro, varios piques y prospecciones que hablaban de la actividad pirquinera de la zona. Varias horas después llegamos a un remanso que nos dió la verdadera perspectiva del ascenso, un desnivel de casi 2 mil metros, no era presa fácil para nadie y calculando los tiempos, decidimos que la aventura llegaba al punto de decidir volver.

Una nueva y deliciosa cena nos esperaba tras el regreso, cansados y contentos solo debíamos ducharnos para iniciar el asado que rápidamente armamos para el mayor disfrute de todos. Una larga noche de risas y buenos momentos, antes de ir a descansar.

El último día en la zona, lo destinamos a pasear y conocer la zona, nos sorprendimos con las ocupaciones del camino de decenas de ovejas y también de cabras como si no importara nada. Para nosotros solo fue una oportunidad de tomar fotografías y disfrutar el percance. Después, un buen almuerzo en el pueblo cercano y el inicio del inevitable regreso.

Un paseo exquisito que dejé registrado en estas fotografías para recordarlo muchas veces.

 

Restaurantes revisitados mientras huíamos del calor

Noche calurosa a pesar de ser casi medianoche, camino en búsqueda de algún sitio en donde cenar encontrándome de pronto sentado a una mesa en las afueras del Normandie dispuesto a probar alguna delicia francesa. Es curioso cuanto tiempo ha pasado desde que vine por última vez y sinceramente no tengo objeciones para este restaurante. Partí con mi necesaria agua mineral y de la carta elegí un bien recordado plato, Tournedos de filete acompañado con unas papas risti. Sumé una media botella de cabernet sauvignon de J. Bouchon para disfrutar una tranquila cena.

Otra noche canicular nos sorprende en las inmediaciones del Maldito Chef y la tentación fue irresistible. Partimos con unos pisco sour además de las botellas de agua de rigor. Acompañamos el aperitivo con un ceviche de culto y seguimos con esos sandwiches descomunales, una hamburguesa del chef y un chacarero además de una rica botella de malbec Botalcura. Fantástica conversación hasta el café negro de cierre, cuando ya era muy tarde.

Pensando en un sitio que mi partner no conociera, decidí volver al restaurante Su Merced enfrente del Parque Forestal. Las botellas de agua, seguidas de pisco sour y un vodka con sabores de berries, mientras dudábamos acerca de cual plato saciaría el hambre de una larga jornada. Una albacora con cous cous al limón salteado con almendras y manzana y para mí un arroz frito al estilo oriental con camarones al jengibre, salsa de soya, aceite de sésamo, dientes de dragón y cebollines. Delicias que acompañamos con un petit syrah Carmen reserva. No fuimos capaces de agregar postres por lo que fue bienvenido el buen café.

Un imperdible para cualquier noche es el Capperi y esta noche se nos antojó como la mejor opción para cenar. Instalados en la rica terraza, las habituales botellas de agua fueron seguidas con un pisco sour normal y uno con albahaca que es mi predilección. En esta ocasión decidimos un formato para compartir y pedimos un exquisito suppli al ragú romana y una provoleta y camarones, acompañados de un carmenere Tabalí reserva. Una noche fantástica de sabores que cerramos con el café negro acostumbrado.

Un almuerzo de fin de semana nos llevó al Huerto, restaurante que visito por décadas y que sigue gustándome. Partimos con unos pisco sour receta de la casa exquisitos con una porción de guacamole para compartir mientras llegaban los platos de fondo. Una enorme ensalada Islas Griegas y el contundente Nuevo México que acompañamos con una botella de syrah Chocalán selection.

La siguiente parada para una rica cena fue el maravilloso Peumayen, una verdadera delicia. El viaje ancestral comenzó con Sour palta piña y un Sour Huacatay, sorprendentes. La panera como siempre tan original y deliciosa que dudo que alguien se resista a comerla toda. Para los fondos, un plato de róbalo con salsa de mariscos ahumados y charquicán y para mí un garrón de cordero con papas nativas bien acompañados por una botella de Lagar Aluvión, un ensamblaje de syrah y cabernet sauvignon maravilloso. Para los postres una degustación de las especialidades de la casa, placer por doquier!. Solo nos quedó beber el rico café prensado para despedir esta incursión deliciosa.

Otro almuerzo que casi olvidaba fue en el Mulato del barrio Lastarria. Mi partner y su habitual pisco sour colegial, en cambio yo preferí el aperitivo de la casa llamado Mulato para acompañar un buen ceviche del mercado. Luego unos calugones de congrio y otro plato con blanquillo, el pescado del día, que lo acompañamos con una helada botella de pinot noir Tabalí. Para los postres compartimos un sabroso cheese cake y los cafés correspondientes.

Muchos sabores y ricos lugares nos permitieron salvar esta parte del verano, que afortunadamente ya comienza a refrescar.

 

Oculto Placer : gran idea

Días atrás me pareció divisar un nuevo restaurante en barrio Manuel Montt y estaba ansioso de visitarlo. Ubicado en una linda casa esquina, enfrente del Beto, en este atardecer decidí ir por él. Zigzagueando por el barrio llegué a una hora propicia para una cena, temprano como para evitar que hubiese mucha gente, encontré una pequeña terraza que inmediatamente me llamó a probar no sin antes dar una vuelta por el interior del local para asegurar que me vieran.

La casa es hermosa, muy trabajada en el diseño para hacer resaltar la arquitectura moderna pero al mismo tiempo elegante. Por pequeños parlantes estratégicamente ubicados, se escuchaba un excelente chillout. El detalle de una chimenea adornada de marmol me hablaba de un pasado muy interesante de la casona.

Se respiraba tranquilidad y eso fue suficiente para volver a la terraza y llamar a quien sería un atento y agradable mozo. El muchacho me acercó la carta de aperitivos y vinos y la carta de platos. Inmediatamente el local revela su ADN, aquí hay comida de autor, algo que me fascina. Me tomé unos minutos para leer completas ambas cartas y captar la mejor combinación para esta experiencia.

Partí pidiendo un Rocío’s Sour,  vodka raspberry, hojas de albahaca, limón y soda, en palabras del mozo, el mojito del chef. También elegí una entrada, un carpaccio thai, finos cortes de filete marinado en soya, cilantro y jugo de limón. Confieso que el trago resultó fascinante especialmente por las burbujas ácidas y ese toque de albahaca fascinante. El carpaccio todo un descubrimiento, un sabor distinto que conversaba disfrutablemente con el aperitivo.

Cuando llegó el momento de los fondos, me entusiasmé con un cordero Parisien, esto es, cordero en salsa de vino y chocolate con un cake de papas (papas y champignones), al cual añadí un delicioso reserva carmenere tres palacios 2011. Un plato completamente disfrutable que me hizo pensar en los otros platos de la carta basados en ciervo o jabalí. Demasiado rica la cocina!!.

No podría haberme retirado sin probar los postres, así es que me atreví con un parfait de café, helado de cafe y toffee relleno con higos bañado en salsa de café. Éxtasis!!

Solo quedaba por hacer el cierre de café negro y comenzar a planificar un merecido regreso.