Su Merced : deliciosa sorpresa

Acostumbraba visitar este lugar cuando era la sede en que practicaba Chi-Kung, una vieja casona, quejumbrosa y excepcionalmente bien ubicada enfrente del Parque Forestal. Sin embargo, al paso del tiempo se convirtió,  remodelación mediante, en un hermoso hotel boutique.Han pasado unos años y esta noche en que salí a buscar opciones para una buena cena, nuevamente me encuentro enfrente de la entrada de este sitio y no pude resistir la tentación de probar.

Impresionante el trabajo arquitectónico y de diseño de interiores realizado, es irreconocible y al mismo tiempo me sobrecoge reconocer detalles que puedo recordar de la vieja estructura. El sitio es impecable, buen gusto en todo, incluyendo la deliciosa música y la buena atención de una joven moza.

Me senté mirando hacia la ventana con el delicioso Parque Forestal de escenario y me dispuse a disfrutar. Partí, como es habitual con una botella de  agua, la que rápidamente fue acompañada con unas sopaipillas, un pote de pate de foi y otros de pasta de ave. Magnífica recepción.

Para el plato principal, elegí de la carta una croqueta de carne magra con queso parmesano y salsas untables, montada en una  ensalada de hojas crujientes bañada en limoneta y acompañada de un arroz cremoso con callampas secas, champignon paris y queso de cabra maduro. Me parecía que no podía hacer menos que pedir un buen vino y de la interesante carta disponible, elegí un petite syrah Carmen 2010. Imposible relatar el festival de sabores que significó este plato, francamente delicioso.

Tras el banquete, debo reconocer que no fui capaz de pedir postre y cerré el disfrute con un buen café negro. Este sitio se las trae!!

 

Revisitando el Lusitano : cada vez me gusta más

Hoy fue unos de esos días en que quería disfrutar algo interesante a sabiendas que hay muchos sitios conocidos cerrados. Sin embargo, considerando la hora y ese instinto que he conseguido en años de práctica, me dispuse a experimentar opciones en el Barrio Italia con la convicción que algo bueno encontraría.

Bendita intuición, el restaurante Lusitano estaba abierto y además con gran audiencia, lo cual me reconfortó y me dió ánimo para instalarme en la rica terraza y esperar por la atención. Tardó un poco pero estaba dentro de los parámetros aceptables y decidí partir con un buen mojito con ron havanna añejo, solo para disfrutar la frescura y ganar tiempo. Aproveche la ocasión para tomar algunas fotografías del bonito lugar y reír en silencio de las conversaciones chistosas de algunos comensales algo etílicos a esa hora.

La terraza del primer nivel es  deliciosa y se magnifica con notable música lounge, además de la frescura de su sombra en un barrio excepcionalmente tranquilo y que, ciertamente es un plus, nada mejor para un fin de semana.

De la carta, elegí una mechada al oporto acompañada de papas salteadas con mantequilla al ajillo, la que acompañé con una copa de carmenere delicioso. Se nota la mano de autor en estos sabores y eso es muy importante a la hora del disfrute.

Noté que muchos preferían la terraza del segundo piso, ya que la mayoría que se retiraba provenía de ahí, pero eso lo revisaré en otra ocasión. Tras mi tardío pero rico almuerzo, pedí un café bien negro y me prometí regresar a este exquisito lugar.

Revisitando el Capperi : delicioso como siempre

Esta noche se nos hizo muy tarde y el hambre requería pronto remedio. Caminamos hacia el Barrio Italia en donde sabíamos que encontraríamos un buen lugar para cenar. Tras un rato aterrizamos con seguridad en el Capperi, un restaurante italiano que decididamente me fascina.

Los inicios merecen un aperitivo, que como ya es tradición, fueron un pisco sour y mi querido kir royale. El paso siguiente, revisar la carta para seguir descubriendo sabores de este lugar. Tentados por las posibilidades, comenzamos a pedir combinaciones inusuales, inciando con una parmesana de berenjenas, seguido de un plato de prosciutto, esos deliciosos cortes de jamón curado y finalmente una combinación de provoleta y camarones. Delicias que merecían una buena botella de carmenere Tabalí reserva del maravilloso valle del Limarí.

Casi en silencio, disfrutamos el festival de sabores que nos aseguraron esa sensación de placer que produce el comer rico. Un rato largo después, buscamos algún postre goloso que resultó ser helado de frutos del bosque. Deliciosos sabores que rematamos disfrutando un buen café negro.

Qué rico es el Capperi!!

El disfrute de filetes nunca acaba : Resumiendo un mes

Como a veces ocurre, me pasa que el tiempo transcurre demasiado rápido y no me resulta viable escribir mis aventuras disfrutables con la frecuencia que ocurren y así, destempladamente, me enfrento a una acumulación severa de experiencias vividas y que no es fácil recordar en detalle y mucho menos comunicarlas a otros para sientan esa infinita tentación de salir de su comodidad y vivir la vida un poco más intensamente, un poco más completa de disfrutes y quizás, un poco más llena de intensidad.

Lo primero que recuerdo es una cita poco habitual con un arte milenario, se trata de ver danza japonesa kabuki en el GAM, partiendo con la más impresionante demostración de ritmo electrónico de tres bailarines japoneses en un drama solemne y trágico llamado Sambaso. Con los códigos de la modernidad, es difícil sospechar lo sagrado y ancestral de la representación, pero estoy seguro que nadie quedó indiferente. Tras un pequeño intermedio, se dio inicio a una obra mucho más compleja para nuestra cultura, una verdadera danza kabuki  de nombre Musume dojoji. Compleja y bella, no deja de impresionar en cada momento con la sutileza y la profundidad de la tragedia.

Unos días después, me puse de acuerdo para un rico almuerzo con Carlita, mi querida amiga y asistente de tantos años, con quien acordamos juntarnos en el Park Lane, un restaurante de hotel exquisito que me sigue encantando a pesar de los años. Partimos con unos frescos kir Royales, para seguir con los fondos, un filete bordado y  un medallón de jabalí, que acompañamos con un delicioso carmenere Tres Palacios 2007. Una puesta al día amenizada con los ricos sabores y esa rica sensación de atemporalidad que vivimos cada vez que nos juntamos. Nuestra cita concluyó con un buen postre, texturas de chocolate compartidas y, pos supuesto, buen café negro.

Algunas noches más adelante, me junté con otra entrañable amiga para ir a probar la cocina del Opera Catedral, un sitio que siempre me ha resultado delicioso. La partida fue innovando en tragos, un bitter batido y un Gin Hendrick, deliciosos. De ahí fue natural pasar a disfrutar una Queue de Lotte y un exquisito Turbot, acompañados de un indispensable pinot noir tabali, una delicia del valle de Limarí, helado como debe ser. Para los postres, nada mejor que un  volcán de pistacho y un  rhubarbe, una crema de queso cubierta con ruibarbo. Deliciosos!!. El cierre predecible fue con unos cortos de café ristretto.

La cartelera de danza del mes se venía nutritiva y así elegimos revisar una obra llamada A dance Tribute to the art of football en el  GAM. Esta obra noruega sorprende por lo ajustado y prototípico comportamiento de los masculinos representantes jugadores de fútbol. Todos los arquetipos se dan espacio en el escenario. Los machos desatados en la pasión por la pelota y las búsquedas de sentido de la damisela, poco a poco revelan los estereotipos tras la farsa masculina y que alcanza su clímax cuando uno de los machotes se revela por descuido que es una mina exquisita infiltrada en esa corte masculina. Buen humor y sobretodo desmitificación de los patrones culturales que hacen posible este deporte de multitudes.

Pocos días después, decidimos ir a ver una obra simpática e inquietante, Mens&Mahler, en donde más allá de los representantes masculinos está la pesquisa de una damisela por entender que hay detrás de este comportamiento rudo y normalmente considerado masculino. La chica se interroga una y otra vez si esa masculinidad es un comportamiento o una pose que oculta los verdaderos deseos de los personajes. La narradora es un gran personaje que hace claridad entre tantos gestos superfluos.

Seguidamente, una cena merecida en el Mulato Restaurante, nos condujo por un maracuyá sour y un kir royale. Luego elegimos unas chuletillas de cordero y un lomo de res, que serían deliciosamente acompañados de un syrah tabali, mientras comentábamos nuestras impresiones acerca del espectáculo de danza que habíamos disfrutado antes. Para los postres, nada mejor que unos canelones de manzana compartidos y buen café.

Pronto llegó el día de la ópera, y ahí estábamos viendo esa maravilla titulada El Barbero de Sevilla en el Teatro Municipal de Santiago. Lleno total para esta avant premiere que cada cierto tiempo nos invita a disfrutar este antiguo arte de música vocal, teatro, coros y belleza inigualable. Un clásico imperdible para todas las edades.

Aunque más frías, las noches de Santiasco merecen ser celebradas y esta noche nos fuimos a conversar al Casa Lastarria. Allí partimos con unas copas de champaña Valdivieso Brut, para acompañar un gratin de machas. Seguimos con mineral y una copa Botalcura El Delirio, con un compartido pollo picante. Finalmente, un sabroso crumble de manzana y  café, cuando la hora ya pasaba para el otro día.

La última aventura que tengo hoy tiene que ver con uno de mis fetiches, la Compañía de Teatro Cinema, herederos de la magnífica Compañía La Troppa. El nuevo estreno se llama Historia de amor y fue el gancho para visitar el Teatro de la UC en Plaza Ñuñoa. Nuevamente, esta virtuosa compañía con la segunda generación de actores en escena, nos deleita con la magia del cine aplicado al teatro, aunque con una historia escalofriante, un tanto perversa y sobretodo intensa. Observé que mucha gente se retorcía en sus asientos de forma impaciente en la medida que la trama se agudizaba y ponía en relieve la potencia emocional y discutible de la obra. La verdad es que sigo disfrutando la impecable técnica, que me parece impresionante, pero el tema es duro, muy duro.

Bien, no fue fácil resumir tantas experiencias disfrutables considerando el tiempo transcurrido, pero me siento contento de saber que siempre hay algo nuevo que vivir en Santiasco.

Regreso a Peumayen : sigue el disfrute

Hacia inicios del año hice mi primera incursión a este sitio que hoy en día se ha convertido en una sensación entre los turistas y la gente, que como yo, disfruta experimentando sabores y buena gastronomía.
Si bien para mi primera visita, el restaurante no poseía patente de alcoholes, asumí que para estos días el tema estaría resuelto. Por lo tanto, dirigí mis pasos con total seguridad para servirme un almuerzo como me lo merecía.
Partí con un appetizer de pulpo al ajo y plátano, regalo del chef a lo que siguió esa peculiar panera que distingue a este lugar. Hablo de una panera con la muestra de 8 opciones de "pan", desde milcao, pan amasado, chancho en piedra, un recorrido geográfico de norte, centro y sur incluyendo isla de pascua y chiloé.
Con esta fantástica bienvenida, ya podía revisar en detalle la carta y seleccionar el disfrute de este almuerzo. Pedí un Filete de caballo con un asado de vegetales y puré, un plato impresionante que acompañé con una botella sellada con cera de un exquisito syrah Starry Night del Valle del Maipo costa 2010. Una delicia que disfruté lentamente mientras escuchaba la excelente selección de música, otro acierto del local.
Para el postre, evidentemente debía buscar algo novedoso y en la carta abundan opciones como un rico helado de frambuesa y apio y el chapalele en salsa de chancaca con helado de manzanilla. El cierre, como acostumbro, fue con un rico café negro para filtrar.
Qué rico es el Peumayén, se merece la fama que ha ganado estos meses.

La Superior : sanguchería exquisita

En visitas anteriores al boulevard en donde están los exquisitos restaurantes Rivoli y Le Bistrot, había observado la existencia de este local de sandwiches, pero ésta sería la primera vez que lo probaría. Sospechaba que era muy exitoso pues siempre lo veía muy lleno y hoy, un domingo de paseos, había espacio para disfrutar.

Hacer el pedido es todo un rito, tres pasos que debes seguir al dedillo, partes por el tipo de carne o ingrediente principal, sigues con los acompañamientos y finalmente seleccionas el pan. Todo en la lista es llamativo y preparado al estilo gourmet para un deleite superior.

Mientras me entretenía haciendo selecciones en mi mente, pedí una cerveza negra de Flandes la que llegó rápida y fría a mi mesa. Para asegurar que mi prueba tuviera una referencia adecuada, decidí por una mechada, a la italiana y en una rica marraqueta.

Un sándwich delicado, abundante  y sobre todo sabroso. Superó con creces la prueba y dejé anotado para varias otras incursiones el venir a disfrutar el resto de la carta. Volveré, de todas maneras volveré!!.

 

 

Filetes de los últimos días : un resumen necesario

Disponer de tiempo para comentar mis aventuras gastronómicas y de otros tipos se ha hecho muy escaso. Sin embargo, eso no ha hecho disminuir mi actividad, pero me obliga a ser en extremo resumido lo que obviamente no mitiga el disfrute conseguido.

Partiré con el increíble señor Robert Smith, el líder de la banda The Cure, quién cantó para un Estadio Nacional repleto por más de 3 horas sin parar. No solo suena igual que en los 70’s, 80’s, 90’s y siguientes años sino que se ve casi igual!!. A estas alturas pienso que es un extraterrestre, brindó un espectáculo impresionante y placenteramente agotador.

En los días siguientes tuve la oportunidad de cenar en el fantástico Olan, un lugar que mantiene esa calidad que merece la comida peruana y que, ante la enorme oferta, es lo único que distingue un sitio de otro. También pude ir a disfrutar Donka, una carta a Chejov, un espectáculo de circo teatro precioso en el Teatro Municipal de Las Condes. Una compañía que ha recorrido muchos países encantando con esta creativa puesta en escena y que hasta los problemas técnicos con uno de los telones lo manejaron con sutil inteligencia para el deleite de os asistentes. Precioso trabajo!!.

Una cena en el Club Magno nos reunió días después para conversar y disfrutar con mi partner.  Una bienvenida con Kir Royale y Pisco Sour, seguidos de un salmón teriyaki y unos locos y camarones thai acompañados de una fría botella de pinot noir Santa Rita, brindaron un soporte delicioso al evento. El cierre acostumbrado con esos cafés negros de rigor.

Otra noche nos condujo a La Bifería, ese bar de carnes delicioso en donde aterrizamos tras un largo paseo por los innumerables senderos del Parque Metropolitano. Agua y coca light para partir, necesaria hidratación para poder enfrentar el especial ceviche que nos compartimos de entrada. Seguimos con un vacío centro y un filete que acompañamos con ese delicioso puré rústico con rúcula y queso de cabra que hacen en este local. Un excelente cabernet sauvignon Tabalí del valle de Limarí, nos dio la nota perfecta para esta cena de recuperación tras horas de caminatas.

Por último, no puedo dejar de mencionar mis visitas al restaurante La Hacienda, un sitio con carnes magníficas que se ha convertido en visita obligada un par de veces por mes. Un delicioso filete con papas salteadas y una ensalada de tomate y paltas acompañado de un excelente cabernet sauvignon de Pérez Cruz. Gran lugar!!

 

 

La Percanta : una oferta sabrosa

En el mismo lugar en donde existió el excelente restaurante Amorío y posteriormente varios emprendimientos gastronómicos fallidos, se ha instalado una Parrilla Bar que verdaderamente promete. De la mano de los mismos dueños del Ciudadano, Ciudad Vieja y el Mamboleta (un bar muy chic, del cual no he escrito antes), hoy fui a disfrutar a La Percanta.
Llegué bastante temprano como para mis habituales cenas, pero había tenido un día muy agitado y solo había comido sándwiches. Añoraba una mesa bien puesta, un buen servicio y sobre todo buena comida.
El sitio se presenta muy elegante con bastante personal a bordo y una notoria dedicación al servicio. Partí revisando en la carta algo sabroso para la entrada y rápidamente me entusiasmé con un Chorizo artesanal, el cual acompañé con una Vaina. Por los parlantes se escucha una selección excelente de tango electrónico, muy apropiada para un sitio de toques argentinos.
A la mesa llegó una base de madera con una placa metálica muy caliente en donde reposaban unos cortes de chorizo de fantástico aroma y mejor sabor. Los comienzos estaban a la altura de mis expectativas.
El mozo que tomaba notas de mi elección para plato de fondo, me interroga acerca de que nos conocemos y efectivamente era así, tras indicarme que atendía en El Camarón de Gorbea, nos reconocimos. Es grato y sorprendente que un mozo recuerde a los clientes. Tras ese detalle, procedí a requerirle una Pamplona de cerdo, es decir una rica malaya rellena con queso mozarella, jamón pierna y pimientos rojos, un plato que merecía un acompañamiento especial, mi elección fue una Milhojas de papas al romero. De la carta de vinos, seleccioné algo especial, un Mourvedre de Santa Carolina Specialities Wild Spirit.
Nuevamente, usaron una base de metal ardiente para traer los dos hermosos trozos de pamplona y en otro plato la aromática milhojas con ramitas de romero. Una cena lenta y sabrosa con la deliciosa compañía de ese vino que sospecho es perfecto para el plato.
Contento con lo disfrutado, me animé a pedir un postre y el amaretto expresso creme brulee que pedí estaba fantástico. Definitivamente la creme brulee puede contaminarse virtuosamente con otros sabores y quedar especialmente rica.
El cierre acostumbrado con un café ristretto, me dejó con ganas de volver a este buen lugar de parrilla y carnes deliciosas.

Krrtrekking en Bogotá : una semana de disfrutes

Este viaje lo planifiqué en enero en una noche que sentí nostalgia por viajar. No tuve tiempo de chequear muchas cosas, pero aseguré la más relevante, un hotel boutique en el barrio La Candelaria en el casco histórico de Bogotá llamado Muisca, una hermosa y antigua casa remodelada para constituir un verdadero museo histórico. Una belleza ubicada en la calle más empinada de la ciudad, no en vano la calle 10 es conocida como la Calle de la Fatiga o la Calle del Calvario. No pude evitar reminiscencias del viejo Valparaíso. Llegué bastante avanzada la tarde y tras instalarme, pedí un plano de la ciudad para poder ubicar donde realizar cambio de monedas y poder cenar algo rico. No me fue bien con el cambio, pero encontré un sitio de comida mexicana en donde, tarjeta mediante, podría cenar. Un síntoma, es difícil conseguir lugares que acepten tarjetas de crédito y más aún, que tengan vino, algo que corroboraría más adelante. El restaurante Enchiladas, me permitió beber un cuba libre decente  con unas quesadillas con frijoles y luego un delicioso taco pastor.

El primer contacto visual con la ciudad me sobrecogió, hay edificaciones del 1600 en muy buen estado de conservación y funcionales, además quedé sorprendido con la limpieza, debe ser la ciudad más limpia que he conocido en 30 años. Impecable!!

Tras una noche de descanso y un abundante desayuno en una de las terrazas de mi hotel, en donde disfruté unos huevos revueltos con tomate y cebolla muy ricos además del café con leche, fruta y pan; decidí partir el recorrido en el formato que acostumbro, caminando y con mi cámara fotográfica en formato de caza de graffitis.

Recorrí la Carrera 7 desde la calle 5 (la ciudad se mapea en Carreras y Calles, lo cual hace muy sencillo ubicarse) para encontrar las dependencias del gobierno, la mayoría de los edificios institucionales relevantes y tras unas 20 cuadras, el fantástico Museo Nacional y el Parque Metropolitano. Fascinante la belleza de las mujeres colombianas, es definitivamente algo imposible de evitar notar. Carrera 7 es además una calle que se cierra al tránsito vehicular y se constituye en varias decenas de cuadras de ciclovía y paseo peatonal, un gran acierto.

Regresé hacia el centro en búsqueda de un restaurante que aceptase tarjetas de crédito ya que siendo domingo no era factible realizar cambios de moneda. El restaurante El Corral, en formato muy internacional, me permitió disfrutar una limonada de coco, luego un petit filet con papas en espiral y acompañar con una botella de Malbec argentino 2011 La Linda. Una combinación estupenda para mi primer almuerzo en la ciudad, que cerré con un buen café negro.

Al siguiente día, cambié a la terraza superior del hotel el momento del desayuno, lo cual me permitió una vista preciosa de la enorme ciudad. Ahí constaté que sus dimensiones eran muy desafiantes y que tendría que esforzarme más en mis caminatas si quería conocer lo que interesaba. Temprano inicié mi caminata desde Carrera 1 con Calle 10 con el objetivo de llegar a Carrera 11 con Calle 82, en medio del Barrio «Rosa», algo así como Isidora Goyenechea en el Barrio El Golf de Santiasco.

Fue una caminata llena de detenciones pues encontré una gran cantidad de buenos graffitis que registré para la posteridad. Cuando logré dar con el restaurante Andrés Carne de Res, muy recomendado por amigos, di por cumplido mi primer hito. Un restaurante con un formato de club nocturno, aislado de la luz solar, con una muchachada divertida en la atención de las mesas, demasiado turístico y al estilo yanky. Sin embargo, la carta es un prodigio de ofertas presentadas en un formato cercano al comic. Quedé instalado en la zona del local llamada Lujuria, y una pelirroja preciosa (Karen) fue mi anfitriona junto a su joven compañero. Cansado y sediento, partí con una buena cerveza colombiana y un Patacón con queso y hongos. Para los fondos, una punta de anca en salsa de vino acompañado con unos tomates rellenos de puré de papas. Acompañé con una botella de un ensamblaje argentino Vistalba 2007. Evité consumir vino chileno, muy abundante en la oferta, ya que no tenía sentido, a pesar que habría estado excelente.

El plato lo sirven en una fuente de metal caliente por lo que chisporroteaba de manera impresionante. Afortunadamente lo tienen previsto y me pasaron un delantal de papel sin el cual habría quedado lleno de aceite. La carne esta sabrosa pero demasiado fibrosa lo cual fue un desafío a mi dentadura y paciencia.  Para el postre unas ricas brevas y por supuesto el cierre con un café ristretto.

Regresé caminando nuevamente zigzagueando entre las calles para atrapar más vistas y graffitis del entorno, lo cual me tomó varias horas. Tiempo adecuado para llegar a un happy hour en que disfruté un mojito mientras revisaba el día vivido.

A estas alturas de mi periplo, caí en la cuenta que muy poca gente fuma y que en la totalidad de los restaurantes está prohibido fumar, algo muy parecido a lo que recientemente se instituyó en Chile. Aparentemente hemos imitado algo más que el TransMilenio colombiano. Cabe destacar que en las calles en que circula locomoción colectiva (Avenida Caracas por ejemplo) el aire es francamente irrespirable, por lo cual es muy agradable que existan calles solo peatonales y con ciclovías.

El siguiente día, martes 9 de abril, se realizaba una marcha por la paz la que debe ser la multitud más grande que he vivenciado en mi vida, alrededor de 1,5 millones de personas de todas las edades marchando por las principales calles de Bogotá. Me uní naturalmente a este clamor que además se desarrolló en la más absoluta tranquilidad y alegría. Impresionante demostración de civilidad y que fue coronada con algo ejemplar. Al terminar la manifestación, cuadrillas se desplegaron por todas las calles realizando limpieza lo que permitió que esa misma noche no quedaba huella de la basura que naturalmente queda tras el paso de tanta gente. Mezclado en la muchedumbre me fui acercando a los lugares que yo quería conocer. La primera parada fue el famoso Museo del Oro tras haber visitado la Casa Museo Quinta de Bolivar, una pequeña hacienda en que vivió el Libertador. El almuerzo fue en un exquisito sitio llamado Andante Ma Non Troppo, un lugar de pastas deliciosas en el cual disfruté un plato de spaghetti a la putanesca con unas cervezas negras colombianas. Esa tarde, descansando un rato en mi habitación, escuché parte del discurso presidencial ante la multitud en marcha, un texto en que se apologizaba a la policía y el ejército como garantes de la paz. No pude evitar el sarcasmo. Esa tarde conocí un lugar de jazz, llamado La Hamburguesería, aunque solo los viernes hay tocata en vivo, la selección musical que se escucha es fantástica. Un buen happy hour, mientras observaba los blancos muros con posters de Duke Ellington, Thelonious Monk, Billie Holiday, Miles Davis y John Coltrane. Tod eso terminó por darme mucho hambre y pedí una hamburguesa de la casa con salmón ahumado, queso crema, roast beef, papas criollas, tomate y lechuga junto a un mojito delicioso. Buen cierre de un emocionante día.

El siguiente día, merecía un desafío mayor y éste sería el ascenso al santuario del Monserrate, una basílica ubicada en la cumbre de un cerro a 3.200 msn de altura. Un sudado paseo que me tomó 45 minutos de ascenso para obtener una vista envidiable de la ciudad. Gracias a mis salidas habituales con mi Club Los Malayos, tengo el estado físico adecuado para estas subidas, pues me sorprendí con la cantidad de gente en estado de fatiga extrema que encontré en el camino. En todo caso es como subir el cerro San Cristóbal pero desde una cota en 2600 msn. Un paseo genial!!!

Bajé del cerro para seguir mi cacería de graffitis hasta que el hambre me venció y encontré un interesante lugar de nombre mapuche, el restaurante Kutral, cocina de autor de un famoso chef en donde disfruté una exquisita cerveza artesanal Las 3 Marías roja, un churrasco en croute de champignones al ajillo y chutney de mango acompañado de puré de papas, chorizo y focaccia. Una media botella de Malbec Norton mendocino del 2009 completaron el disfrute.

El siguiente día lo dedicaría a los museos, ya que hay muchos en Bogotá. El primero fue el Museo de Arte Colonial donde aprendí algo sorprendente, Haití fue el primer país en independizarse de sus colonizadores y miren como está hoy. También, constatar que Inglaterra, Portugal, Francia, España y Rusia durante mucho tiempo se repartieron el mundo a su antojo y que aún en nuestros días siguen existiendo colonias. A continuación el Museo de Trajes Regionales de Colombia, el Museo de la Independencia o mejor llamado la Casa del Florero. Impresionantes muestras del esplendor de las castas dueñas de nuestros países y su influencia en la cultura local. Finalmente, la historia que conocemos de nuestros terruños está íntimamente ligada a la vinculación con los colonizadores y sus formas de división del trabajo.

Por la tarde, un merecido cóctel en el restopub El Corral, con un chocolate Martini, una mezcla de vodka, vainilla y chocolate, mientras observaba a una hermosa morena que chateaba en soledad en forma frenética hasta que llegó al encuentro su amante. Pronto decidí que era mejor idea volver al lugar de jazz que había descubierto. Sigo pensando que éste es un lugar extraordinario, espacioso, tranquilo, con una música fantástica y una oferta llena de sabores inolvidables. Este día partí con una cerveza negra para acompañar pronto una hamburguesa árabe, vegetariana completamente, con falafel, hummus y tabulé, acompañada con papas francesas.

Dado que mi primera incursión al barrio rosa fue puntual, el siguiente día en Bogotá, fue dedicado a recorrer esta oferta turística. Siento algún recelo en hacer esto, pero me da un punto de comparación con otros países y por lo demás, material para conversar con quienes visitan solo eso en sus viajes al extranjero. Así como pensé que era muy parecido al Barrio El Golf, hoy concluí que era una mezcla con el Barrio de Alonso de Córdoba y Nueva Costanera. No falta ninguna tienda internacional relevante como tampoco las presencia de mujeres bellísimas en acto de consumismo desatado. Algo novedoso es la gran cantidad de casinos de juegos, casi uno por manzana, lo cual muestra la evidencia de mucho dinero (y quizás lavado de éste). Los malls son iguales a los que estamos acostumbrados a ver en todas partes, con preponderancia de jóvenes y bellas nínfulas consumistas. La diferencia que puedo hacer notar es la exacerbada seguridad, ningún vehículo ingresa al estacionamiento del mall o de un edificio público sin una revisión exhaustiva de un guardia y un perro caza explosivos. Algo similar ocurre en museos en que jamás pude ingresar sin una revisión de mi pequeño bolso en donde porto lo básico para atender mis krrtrekkings. Es grosera la obsesión, aunque probablemente tiene que ver con la historia colombiana.

Almorcé en La Esquina de la Mona, un sitio normal pero con buena sombra para un cálido día. Una pechuga de pollo con miel mostaza rellena de jamón y queso acompañada de papas criollas, tras haber consumido unas empanaditas bogotanas exquisitas. Para acompañar solo conseguí una helada cerveza Club Colombia negra. Destiné el resto de la tarde para hacer unas pequeñas compras para regalos.

Mi último día, partió temprano, tras desayunar realicé checkout y dejé mi mochila en custodia. Salí a visitar el museo militar solo para saber algo más de este curioso país.  sabían que Colombia participó en la guerra de Corea?. Una guerra de USA llena de matanzas horrorosas de civiles que nadie podría sentir orgullo de haber sido parte.  Visité para limpiar mi aura el Museo de Arte Moderno, un edificio de 4 plantas muy bien dotado con piezas de arte geniales. Me reconforté con los humanos!!

Mi último almuerzo lo hice en el Centro Cultural Gabriel García Márquez, mientras revisaba mis notas de este krrtrekking exquisito. Ahí tuve ocasión de interrogar a la bonita moza que me atendía acerca de porque las chicas alisaban el cabello. Sorprendentemente, la gran mayoría de las colombianas lo hacen porque de alguna manera olvidan el paso de la mezcla de razas milagrosas que les da su belleza inigualable.  Europa, África y los indígenas colombianos se mezclan para ese todo delicioso, sin embargo ellas tratan de borrar parte de ello. El dato freak es que en algunos lugares de trabajo se lo exigen!!!

Un gran país, lleno de injusticias milenarias, lleno de abusos institucionalizados, pero con una juventud pujante, preclara y con ganas de hacer algo distinto. Me fui lleno de energía esperanzadora, digan lo que digan, el pueblo latinoamericano cada vez más comprende que esto debe cambiar.

Les regalo mi selección de fotografías de este rico paseo.

 

 

 

 

 

Restaurantes en periodo estival

Hay algo de pereza que me viene con la canícula espantosa de Santiasco, pero debo reconocer que no significa que dejo de visitar sitios gastronómicos ni realizar mis ritos  disfrutables. Por eso, esta crónica es un rápido paso por los lugares que visité una o más veces en casi dos meses extremadamente calurosos y por cierto, muy trabajólicos.

Comencé el 05/02 revisitando El Otro Sitio, gran lugar de sabores probados y buena atención, al día siguiente fui con una entrañable amiga a conocer el Costa Verde en Barrio Lastarria, comida sabrosa pero lenta la cocina y finalmente no muy distinto de cualquier restaurante peruano. La siguiente noche fue el turno de una abundante cena en La Hacienda Gaucha, carnes por cierto y buen vino, algo destacable del lugar. El almuerzo del día 08 de febrero fue con una gran amiga en Le Flaubert, una delicia como siempre.

El día 10 almorcé en la Cevichería Constitución del Patio Bellavista cerca de las 17 horas, atención garantizada en todo horario aunque ya he probado todos los platos (porqué tan breve la carta?). La noche siguiente decidí probar un sencillo pero interesante lugar de sandwiches, me refiero al Dalai Lomo, sabrosa hamburguesa casera y buena cerveza, una buena solución para el hambre desatada. La siguiente cena me llevó al barrio Italia para probar un lugar que casi siempre he encontrado cerrado. Se trata del Restaurador, una clara referencia a las tiendas de muebles viejos del barrio y que teniendo todo para ser un gran lugar, tiene una atención muy deficiente. Un par de días después, el día de los enamorados, tras constatar que a todo el mundo le bajó el amor (teniendo 364 días para demostrarlo), no me quedó opción para mi cena que no fuera el restaurante del hotel Crowne Plaza, el viejo Caruso. Debo confesar con dolor, que nunca más volveré, pues la cantidad de errores del servicio supera con creces mi paciencia.

El día 16 de febrero re-visité el exquisito Squadritto para servirme una buena pizza acompañada de buen vino. Un lugar cumplidor a pesar de los años que tiene. El domingo 17/02 fui por un plato conocido al restaurante Le Fournil, ya que a la hora que regresé de mis paseos en bicicleta cazando graffitis no me quedaban muchas opciones, excepto las del Patio Bellavista. Al sábado siguiente, me pasó algo similar y terminé almorzando en el Zocca Pasta & Pizza. El domingo 24/02 tras mi tour de museos, mi krrtrekking favorito concluí el periplo almorzando (casi cenando por lo tarde) en La Junta del Boulevard Lastarria. Razonable atención y sabrosa cocina aunque claramente falta una clase de vinos a las chicas, me da pena como abren una botella y la sirven sin ningún conocimiento.

Lo siguientes días pasé por La Casa de la Luna Azul y el Cafetto, nada que comentar hasta que el 01 de marzo regresé a Esquina de Dioses, para almorzar en mi primer día de vacaciones en dos años, un lugar delicioso que espero continúe por largo tiempo. De regreso de mis vacaciones por el sur, el día 13 de marzo, cumpleaños de mi gran amigo Eric, lo celebré en su ausencia con una cena en el peruanísimo Olán, un imperdible en comida peruana.

Los siguientes días pasé por una Piadina en PezToro, gran lugar del barrio Lastarria, un exquisito rumano a la italiana en la Fuente Alemana el día 19 de marzo y una cena inolvidable en la inmejorable terraza del CasaLuz la noche siguiente, solo comparable con la terraza preciosa del extraordinario restaurante Capperi en el Barrio Italia en donde cené la noche del 22 de marzo.

En fin, pereza de escribir mis crónicas pero jamás de disfrutar!!