Carrer Nou : exquisita cocina mediterránea

En el lugar donde por muchos años estuvo el restaurante Tante Marlen, se instaló hace un tiempo un sitio que esta noche quería visitar. Algunas intervenciones en la presentación, iluminación y un refuerzo de usos en el patio, le dieron a esta casona familiar un interesante y acogedor ambiente para disfrutar. Mis anteriores visitas al local alemán siempre estuvieron marcadas por la buena atención y el caracter estrictamente familiar que me recordaba esos deliciosos tiempos en que vivía mi abuela. La nueva cara, tiene mucho de modernidad y sencillez, algo que se agradece además de un ritmo propio de un local familiar.

Instalados en el patio, algo adorable en esta época, partimos con las botellas de agua indispensables para preparar el cuerpo para disfrutar algo rico. Por mi parte me aventuré a probar un mojito con ron sabor manzana, una interesante combinación.

Solicitamos un ceviche griego, una delicia con camarones, queso de cabra, tomatitos, cebolla morada y una dosis de jenjibre. De la carta de vinos, nos acompañaría una botella de La Linda malbec para disfrutarlo con una pizza tricolora, pomodoro, mozarella, tomate, albahaca y  queso cabra

La exquisita noche, se consumió en buena conversación mientras disfrutamos esta cena, a la cual añadimos postres (cheesecake de roquefort con nueces y crema catalana) y buen café negro cuando la hora excedía los límites.

Exquisito lugar, bien merece retornar.

Oda al mar : nueva opción en barrio Italia

Salimos a caminar para experimentar la frescura de la noche tras un día muy caluroso en Santiasco. En formato azaroso zigzagueamos por las calles de Providencia en busca de alguna nueva alternativa para una cena disfrutable. Los pasos nos llevaban claramente hacia el Barrio Italia, pero de pronto nos dimos cuenta que en el mismo sitio en donde estaba Le Petit Chateau y aún antes el Sukalde, ahora había un nuevo restaurante, Oda al Mar, un nombre que nos evocó la rica comida peruana o las cevicherías que comienzan a abundar en la ciudad.

Instalados en el pequeño y acogedor lugar, comencé a impacientarme con la lentitud. El mozo, a quién ya conocía en otro restaurante, se apresuró a prometerme que nos sorprendería y que estaban resolviendo el problema en los tiempos de respuesta. Esa declaración me pareció virtuosa, ya que se hizo cargo que el servicio debe ser de calidad si pretenden sobrevivir.

Partimos con pisco sour y Kir Royal a los que el mozo añadió como appetizer unas ricas porciones de ceviche de regalo. En ese momento, sentí que estábamos sintonizados en el concepto de servicio.

De la carta salieron una Albacora con salsa de alcaparras y un delicioso pure rústico y una Tilapia con también con salsa de alcaparras acompañada de ensalada de  palmito y  palta. Seleccionamos además una botella de Apaltagua Pinot Noir que el mozo se aseguró de proveer en una cubeta con agua y hielo, como corresponde. A estas alturas, ya me sentía bien atendido y olvidé mi primera impresión.

Satisfechos con el placer de esta cena, no hubo opción de postres y preferimos ir por un buen café negro. Un cierre apropiado para un buen experimento de iniciación, Un restaurante no solo es un buen chef, es ambiente, estética, ritmos, organización y sobretodo buen servicio.

Zocca : buena opción en Bellavista

Este sitio ya debe tener un par de meses ubicado en la nueva zona de locales (Dardignac)  en el Patio Bellavista y ya he tenido la oportunidad de visitarlo un par de veces. Amable atención aunque escasea el conocimiento de los mozos en algunas materias, algo que el administrador debiera mejorar.

Una interesante oferta de pastas y de pizzas lo cual era mi objetivo esta noche de paseos. Entre las pizzas me entusiasmé por una Diávola, fina masa a la piedra con mozarella, ricota, tomate, jamón acaramelado, queso de cabra y hojas de albahaca. Exquisita!!

Para acompañar mi merienda, elegí de una larga lista de tragos algo poco habitual en mis gustos, un bloody Mary bien hecho, porción adecuada  de vodka, jugo de tomate, limón y sabrosos aliños.

El ambiente bastante jovial, con harta iluminación, con 3 pisos para atender a mucha gente y muchos televisores con vídeoclips del momento. Además, muy importante para mí,  una disfrutable terraza que invita a ser visitada en este periodo de canícula en Santiasco.

Me gusta que aparezcan opciones para probar y disfrutar de la comida. En este caso, con algunas pequeñas mejoras, este restaurante se ganará muchos adeptos.

 

Capperi : nueva opción en Barrio Italia

Cada día que pasa este hermoso barrio Italia concentra más y más filetes, no solo en diseño, muebles y artesanía, sino que nuevos sitios para comer rico y con ese ambiente tan especial que tiene el sector.

Esta noche caminamos la húmeda noche directo a este restaurante que tenía en mi lista de favoritos por descubrir desde mayo y nos instalamos en la mesa con mayor espacio a su alrededor, cerca del patio. Unas chicas preciosas atendían y muy amablemente nos dieron la bienvenida y acercaron las cartas para que eligiéramos nuestra cena.

Comenzamos con un pisco sour con albahaca y mi frecuente kir royale que acompañamos con un sorprendente appetizer llamado suppli, unas bolitas sabrosísimas que nos abrió el apetito y confirmó que iríamos para los fondos por la especialidad italiana, una pizzas a la romana.

Una pizza Mediterránea y otra al queso azul que acompañamos con un Carmenere Tabalí reserva formidable, nos dio la confirmación definitiva acerca de la exquisita impronta del chef. Delicias!!!

Buena música, hermosa decoración por la cuidada simpleza y añadido a la buena onda de las hermosas chicas que nos atendieron diligentemente, fue un enorme placer.  Por otra parte, la casa es enorme y hay un cuidado muy especial en mantener su look antiguo pero de todas formas delicadamente cool. Un sitio encantador.

Para cerrar la tentación de probar el helado de pistachos nos venció y por supuesto que valió la pena. Tras el rico café expresso, nos retiramos con la certeza que volveremos.

Gran aporte al barrio Italia!!

Park Lane : merecido almuerzo dominguero

Este día comenzó con la idea fija de una caminata exigente para poder ejercitar el cuerpo y sentirme vivo. Nada mejor que un krrttrekking que incluyera un ascenso al precioso cerro San Cristóbal. La primera parte del paseo fue un caminar por muchas calles en donde pudiera fotografiar ese lindo regalo que nos dejan los artistas callejeros, un conjunto de graffitis que son parte de mi colección más apreciada.

Tras esa serpenteante ruta y muchos ánimos a mi compañera de paseo, llegamos a la cumbre y por supuesto al infaltable mote con huesillos, el premio que me espera cada semana cuando voy a este lugar. Tras un breve descanso, bajamos al plano en busca de un buen lugar para almorzar.

No fue fácil, lugares llenos y con pocas ganas de atender nuevos comensales, por lo que me vi en el punto preciso para aplicar plan B, ir a un sitio que pocos considerarían, simplemente porque no se les ocurre. Nuestro destino, el rico restaurante del Park Plaza en Lyon.

Gran lugar, un silencio exquisito solo alterado por unos temas en violín que un músico nos ofrecía como regalo en la soledad del lugar, nada mejor para mi espíritu y paciencia.

Aunque pedí la carta como siempre, nos sedujo la oferta de un bufete delicioso y no nos equivocamos. Una impresionante cantidad de sabores, colores y sabores que hacían imposible declinar la oferta y caminamos sin reclamos a buscar un poco de cada uno de los sabores que ese bufete nos ofrecía.

Saciados de sabores, nos llegó el momento de decidir por el plato de fondo y no fallamos, la elección fue una albacora sobre risotto y camarones para mí y unos fettuccini teñidos con tinta calamar, tomates, paltas y salmón para mi compañera de aventuras.

Debo destacar que cada plato estuvo acompañado por una copa de buen vino, en las entradas un formidable chardonay y para los fondos un exquisito merlot.

Exhaustos de placer, nos fuimos por los postres, demasiado ricos y absolutamente prescindibles ya que estábamos bastante más que satisfechos. Que gran almuerzo!!!

Cerramos tomando lentamente unos cafés negros y juntando fuerzas para seguir nuestro camino.

Ópera Catedral : cenando rico

Este restaurante es la joya de la esquina de José MIguel de la Barra y Merced, un primer piso tranquilo, elegante y sobretodo sabroso. Cada incursión ha sido una experiencia inolvidable y hoy no sería distinto. No en vano ha recibido el galardón de ser el mejor restaurante de Santiasco.

Partimos con agua mineral como es mi sana costumbre, aunque siempre me sorprende como inventan sofisticaciones, algo inútiles, como el Agua mineral Evian o Badoit. Sin embargo, el objetivo, simple y casto, es preparar las papilas gustativas para disfrutar y pienso que la marca no es nada relevante.

De la rica carta elegimos una corvina como base en un plato y otro con turbot, ambos acompañados de deliciosas guarniciones y precisas para hacerse acompañar de un buen pinot noir Leyda Las Brisas. Platos deliciosos y muy bien presentados, lo cual siempre se agradece.

En los postres, la tentación nos inclina sin dudas por un  creme brule a la vainilla y un vacherin de vainilla y frambuesas, excepcionales!!

Por cierto, imposible concluir el disfrute sin un buen café negro para despertar del ensoñamiento y volver a la realidad.

 

Waldini : en nuevo local pero igual de rico

Este sitio de comida italiana se movió unos pocos metros en la misma calle y ahora quedó incluido en el bullicioso Patio Bellavista pero con unas instalaciones ideales para un buen disfrute. El local anterior era muy pequeño, pero la calidad de su cocina lo instaló rápidamente en mi lista de favoritos.

Partimos como es habitual con unas botellas de agua mineral, preámbulo de los sabores que esperábamos disfrutar. De la carta elegimos una Rústica y unos ravioles con ricota y nueces, platos que decidimos acompañar con una innovación, pues seleccionamos un Tamaya reserva sauvignon blanc que nos sorprendió gratamente.

Música suave, buena atención y sobretodo buena cocina. Para los postres, nada mejor que Tiramisú y buen café negro.

Magno Club : una cena magnífica

Esta noche buscamos un lugar tranquilo y que tuviese una gastronomía de buen nivel y tras ir descartando sitios mientras nos adentrábamos en el barrio Bellavista llegamos a un lugar del cual guardo buenas experiencias.

Partimos con tragos novedosos, un Puro Chile y un Ultrvioleta, sorprendentes por su originalidad y buen gusto. Un sitio armado con prolijidad para generar experiencias inolvidables, buen servicio, buena música y sobretodo buena calidad.

Los platos de fondo, aprovechando la ecléctica oferta, se inclinaron por unos sorrentinos rellenos y una lasaña de mariscos, acompañados de un rico ensamblaje de merlot y malbec Corralillo. Una delicia bien preparada y presentada en toda esa atmósfera placentera que posee este lugar. Un acierto!

Para los postres, decidimos compartir una selección de tartas criollas y un creme bruleé, delicias que se potencian con buen café negro. Una cena espectacular, bien conversada y sobretodo disfrutada.

 

Los Cuates : una cena al paso

Tras llevar mi cleta al taller y dejarla para todos los ajustes y mantenciones que pedía a gritos, me vino la tentación de comer rica comida mexicana y nada mejor para ello que Los Cuates, un buen sitio para comer en el barrio Manuel Montt.

Partí preparando mi paladar con un Cosmo Jimador, un buen tequila Jimador con arándanos y refresco de lima, delicioso. Luego fui por mi plato de fondo, unas fajitas de carne, carne salteada con cebollas y pimentones, que acompañé con una rica botella de syrah Santa Ema 2007.

Mientras cenaba me divertí observando la gran cantidad de extranjeros que llega a este sitio dateados por tratarse de un auténtico restaurante mexicano atendido por simpáticos mexicanos. De verdad, un imperdible sencillo y contundente en la oferta gastronómica del barrio.

Para cerrar esta incursión casual, pedí un rico café de olla, café hervido en greda con naranjas y chancaca, una especialidad insuperable.

 

Nolita de Lastarria : una apertura largamente esperada

Debe haber pasado un año y medio desde que vi este local y el anuncio que sería una sucursal del rico Nolita. Hace muy pocos días abrió sus puertas y esta noche era ideal para ir a probarlo.

Un sitio con un trabajo de diseño de interiores muy ecléctico pero al mismo tiempo atractivo y espacioso. Sin conocer aún la carta, nos entusiasmamos con unas copas de sauvignon blanc, un delicioso aperitivo para esta noche.

Esta era una noche propicia para consumir pastas y la elección fue fantástica, Panzzotti relleno con queso de cabra con una salsa de aceitunas, cebollas confitadas y queso parmesano y Linguinni Putanesca (salsa pomodoro, anchoas, alcaparras, ajo y aceite de olivas), ambos platos acompañados de un notable merlot Santa Ema Reserva 2009 que elegí de una extensa carta de vinos.

La tentación pudo más y solicitamos unos buenos postres, un chocolatino (timbal de chocolate belga) y un caramelo de maracuyá, los cuales junto a las tazas de café bien negro, cerraron esta primera y deliciosa  incursión al nuevo restaurante del barrio.